Hay obras que se retrasan, hay trámites que se perpetúan, y luego está el caso del Museo de Cáceres. La reforma de este recinto, que alberga los fondos históricos más importantes de la provincia (algunos con cientos de miles de años) ha necesitado un cuarto de siglo para obtener luz verde de las administraciones. Veinticinco año esperando el avance de un proceso que siempre encontraba algún escollo, mientras que el museo quedaba relegado a la Edad de Piedra, sin accesibilidad posible para personas con discapacidad, con vitrinas obsoletas, con una presentación anticuada, con humedades y con una climatización precaria.

Por todo ello, ayer fue una jornada histórica en la conservación del patrimonio cacereño. La Comisión de Seguimiento del Plan Especial, en el transcurso de una reunión extraordinaria, informó a favor del proyecto de reforma del Museo de Cáceres, de modo que el ayuntamiento ya puede otorgar la licencia de obra. «Se han estudiado pormenorizadamente todos los aspectos arquitectónicos e históricos del edificio, y se han propuesto una serie de modificaciones o aclaraciones al equipo redactor, que deberá remitir en un futuro», explicó ayer el concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Cáceres, José Ramón Bello, al término de la reunión. Aclaraciones que no impiden despejar por fin la obra del museo.

SEGUIMIENTO TÉCNICO

Además, se ha decidido crear una comisión de seguimiento que llevará a cabo un acompañamiento técnico al proyecto, «para que en el momento en que comiencen a desarrollarse las obras, se vayan dando soluciones a los problemas artísticos o arquitectónicos que se puedan localizar», señaló el concejal.

«Con todo ello --agregó--, se da un paso definitivo hacia esta reforma que se encontraba paralizada hasta hace un año. Cuatro informes técnicos exhaustivos después, y tras muchas reuniones y la celebración de dos comisiones técnicas, el proceso queda finalizado para que pueda ser ejecutado».

Se pone fin por tanto a una espera que se inició en 1995, cuando el Ministerio de Cultura anunció oficialmente que el museo se reformaría. Ya en 1986 se había planteado la necesidad de una mejora en los dos inmuebles que conforman el recinto, ambos del siglo XVI: el Palacio de las Veletas y la Casa de los Caballos. Pero los sucesivos presupuestos generales no contemplaron la inversión, faltó voluntad política desde los distintos partidos que ocuparon el Gobierno, y además se produjo un cúmulo de contratiempos. Cuando en 2010 ya estaba el proyecto básico, falleció el arquitecto sin que hubiese redactado el definitivo, que no fue entregado hasta 2018 por los nuevos responsables del mismo.

Finalmente, el Ministerio de Cultura, responsable de la reforma, solicitó la licencia municipal de obras a principios de 2019. Ha sido necesario año y medio para corregir las deficiencias del proyecto que iban señalando los técnicos del ayuntamiento. Finalmente, la Comisión del Plan Especial dio ayer el visto bueno, eso sí, con algunas modificaciones que deberán acometerse y con una comisión de seguimiento que permitirá subsanar las posibles complicaciones que surjan. Ya solo resta que el Ministerio de Cultura licite su ejecución (un proceso de aproximadamente medio año si no hay escollos).

ASÍ SERÁ LA OBRA

Nadie comprende mejor la necesidad de esta reforma que el director del Museo de Cáceres, Juan Valadés, quien lleva 23 años al frente del auténtico cofre de la historia cacereña. Buen conocedor del proyecto, lo explica para este diario. «La intervención comenzará por la Casa de los Caballos, que requiere una actuación mucho menor que las Veletas. Consistirá básicamente en mejorar la accesibilidad con la instalación de un ascensor, y en cambiar el uso de algunas salas», detalla Juan Valadés. Una de ellas, dedicadas a exposición permanente, pasará a ser el área didáctica. La zona de despachos de la sala de arte contemporáneo se ampliará para albergar todo el apartado administrativo del museo. De este modo se liberará el Palacio de las Veletas, que quedará solo para la exposición de fondos.

«De hecho, la intervención en las Veletas será una obra de envergadura, con un plazo previsto de 2-3 años», precisa el director. En primer lugar se creará un cuerpo subterráneo para servicios en el jardín, y se instalará una climatización centralizada de la que carece el museo, que ahora debe calentar o refrescar sus salas a base de splits (poco adecuados si se tiene en cuenta la delicadeza de los contenidos).

Por fin se podrá mejorar la accesibilidad. Se instalarán plataformas mecánicas y ascensores «para que una persona en silla de ruedas pueda recorrer completamente el museo, salvo el aljibe, cuyas escaleras históricas no se podrán tocar, pero será posible observarlo desde la ventana», aclara el director.

Por normativa habrá que instalar dos ascensores en el Palacio de las Veletas dada su amplitud. Uno de ellos estará en el cuerpo de cristal que se ubicará en el jardín, y el otro en el extremo opuesto, en la primera sala a la izquierda de la entrada al museo. Ésta dejará de ser área de exposición, pero a cambio se ganarán muchos más espacios que albergarán fondos, como las salas de la planta sótano ubicadas al otro lado del aljibe que ahora no son visitables (funcionan como almacén). «Por tanto el público podrá rodear el aljibe y verlo desde distintas ventanas». En el segundo sótano existe otro almacén que también se convertirá en sala de exposición.

UN MUSEO UNITARIO

Además cambiará toda la museografía. «Las vitrinas, con cuarenta años, se harán nuevas». De igual forma se actualizará el discurso museográfico, es decir, el modo en que se muestran los contenidos, tan importante para enganchar al visitante, acostumbrado a formatos más modernos.

«Ahora existe un discurso cronológico, de modo que se presentan los fondos en orden de antigüedad pero divididos en tres secciones: Arqueología, Etnografía y Bellas Artes. Con la reforma seguirá el mismo criterio expositivo, pero desaparecerán las secciones: será un museo unitario con todos sus contenidos ordenados desde la primera presencia humana en el Calerizo hasta hoy», desvela Juan Valadés.