Antes de nada, tenemos que darle un achuchón a Raúl Lucero y a Jordi porque ellos nos han reabierto La Machacona y solo por eso merecen no un achuchón sino 50 o más, y de los que hagan época.

Hacia 1875 Alonso Machacón abrió en la calle Andrada La Machacona, que en realidad era una posada, la única que había en esa zona y que competía con otra posada de nombre novelesco llamada La posada del humo, que estaba en la plaza de las Canterías. Eran años en los que durante la feria venían a Cáceres putas ambulantes, que prestaban sus servicios en barracones que se montaban para la ocasión o incluso en estas mismas posadas.

La de La Machacona tenía dos entradas. Por Andrada entraban los clientes, por la calle Ríos Verdes lo hacían las bestias, puesto que donde ahora está situado el escenario estaban las cuadras.

A los cinco o seis años de su apertura, Alonso Machacón murió. Se hizo cargo del negocio su mujer, a la que apodaban La Machacona por ser la esposa de Machacón. El local funcionaría como posada hasta después de la guerra civil, que se cerró.

En la década de los 70, coincidiendo con la etapa de la transición y la llegada de la democracia, cogieron La Machacona para explotarla como bar Juan Sánchez Escobedo, Juanín, que es profesor, Lin (hermano de Teresa y Manolo Mateos, de Trujillo), y Carlos, otro profesor.

Exaltación de la Cruz (conocida como Salti) y su marido, José Ramón, eran amigos de Juanín. Ellos procedían de Esparragosa de Lares, vamos que eran paisanos de Pablo Guerrero. La pareja decidió hacerse cargo del bar cuando Juanín y sus amigos lo dejaron. Estaba entonces de camarera Vicki, la del bar de Las Claras. Ellos relanzaron el Carnaval y empezaron a ofrecer los primeros conciertos.

Pero la época dorada de La Machacona fue, seguramente, la de los 90, cuando Marce Solís, Tomás Pavón y Fernando Jiménez Berrocal se hicieron cargo de ella. Se convirtió en un café latino, en un cabaret, en un mito de la movida en definitiva. Allí actuaron Alexis Valdés, Bebe con su guitarra, El chaval de la peca y Pedro Almodóvar, que acudió a una recordada entrega de premios que se organizó para celebrar el 15 aniversario del garito.

En torno a La Machacona se creó un movimiento cultural del copón (allí, con Marce, nacieron los San Pancracios). Iban Santi Márquez, Ricardo, que hacía cómics, los de Coup de Soupe, Bola, José León, Rita, Julián Rodríguez, María José Cebriá, Paco Expósito, biólogo que ahora tiene un estudio de diseño en Londres, Píu, que fue novio de la actriz Maruchi León, Hilario Bravo, Olga Estecha, el inolvidable escritor Luis Alviz y tantos otros.

Jordi y Raúl Lucero

Ahora La Machacona reabre. Hablemos de sus dueños: A Jorge Martín todos lo conocen como Jordi, que nació en Lasarte porque sus padres emigraron al País Vasco. A los 7 años ya estaba en Cáceres. Vivía en Gil Cordero y estudiaba en el colegio Delicias, antiguo Perejil. Le daban clase El Búho y La Thatcher , de inglés. Además de Raúl, los amigos de Jordi eran Iñigo Mareque, José Luis Montero, Juanjo, Manolo, Piti Alvarez... Jugaban en la plaza de los Maestros al fútbol, al torito en alto, al clavo...

A los 23 Jordi se fue a Peñíscola por amor. Regentó el Coco Maluco (Coco Loco en portugués, donde se hacían cócteles). Pero duró poco el amor y hace año y medio regresó. La familia de Jordi es la del Vivaldi, otro de los locales históricos de nuestra ciudad, que abrió en agosto del 83. Así que el Vivaldi es la vida de Jordi, es parte de Jordi.

Raúl Lucero es hijo de Francisco Lucero, que fue maestro en el Prácticas, y de María Moreno, que era auxiliar de clínica en el San Pedro de Alcántara. Raúl nació en La Consolación y vivía en la avenida de España. Estudió en el Licenciados Reunidos y en el Prácticas, con don Angel, don Agustín y don Miguel.

Raúl fue futbolista hasta los 22. Estuvo en el Mérida, en el Cacereño, en la Selección Española y en la Extremeña. Era delantero y jugó con Ito y Julen Guerrero.

Cuando dejó el fútbol montó la empresa Publi Car (sí, la del coche que lleva música y que recorre las calles), y cuando la vendió estuvo viajando por Sudamérica durante ocho años.

Vivió en Perú, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Argentina y Brasil, donde regentó una posada en Jericoacoara, que es un pueblecito de pescadores de 2.000 habitantes, que tiene una de las 10 playas mejores del mundo. Fruta, paseos, siempre descalzo, tranquilidad, ¡¡¡li-ber-tad!!!, mínima preocupaçao . Un día Raúl conoció a una chica de Israel y se fue a ese país durante año y medio. A Cáceres volvió hace un año, en pleno boom de la crisis. Trabajó en la terraza del Rodeo. Ahora, él y Jordi, su gran amigo, han reabierto La Machacona.

Nos ha gustado mucho esta Machacona porque, la verdad, estamos un poco cansados de todos esos bares minimalistas que se reproducen como setas. Sin embargo, La Machacona tiene un toque vintage y bohemio que nos ha cautivado. Aquí ha habido mucha gente que ha currado: Grafos, Miguel Gibello (ha pintado los techos), Angel Sotomayor, Diego Cagapolo, Chan, el tío José, Valentín Batalla, el hermano Miguel que ha traído la gramola...

El jueves estuvimos en la inauguración. Vimos a Matías Rumbo, Goyo del Cañadul, Miguel Angel Martín (hermano mayor de Jordi que tira las cañas como nadie en Vivaldi). María Luisa, madre de Jordi, Sara y Marta (las camareras), Amaya, Cristina, la otra Sara, Flex , José Angel Ramajo, July Mateos. Y cómo no, a unos emocionados Marce y Jiménez Berrocal, que no sale por la noche pero que hizo una excepción porque la ocasión lo merecía.

Estuvieron Carlos Mardones, Chufla, vocalista del grupo Malapata, Abigail Narváez... Nos quitamos desde luego el sombrero porque fue una fiesta por todo lo alto, a reventar de público, con canapés (nos encantó la tortilla de patatas), cervezas y copas gratis hasta entrada la madrugada, algo inusitado en las fiestas de inauguración de nuestra ciudad.

Y mientras apuramos el último paseo por la Gran Vía de Madrid, ansiamos volver a la Gran Vía de Cáceres, atravesar la ciudadela y aterrizar en Andrada, la calle donde La Machacona, ese mito seductor, placentero y canalla, ha vuelto a renacer.