Llegaron del sur para buscar una vida mejor y se encontraron con un panorama bien distinto al que esperaban. Los 325 magrebíes empadronados a 1 de enero de este año en la ciudad forman parte del mosaico de inmigrantes que se van asentando en la ciudad, con humildad, silencio y sin otro remedio que trabajar con salarios por debajo de la media para poder salir adelante.

En Cáceres la colonia más numerosa de extranjeros, por encima de colombianos y ecuatorianos, es la marroquí, el principal país del Magreb, con 290 ciudadanos entre los que predominan las mujeres (153), por encima de los hombres (137). Muy lejos en cifras están Argelia (29), Mauritania (4), y Túnez (2), sin que exista representación alguna de Libia, los otros cuatro países que integran el norte del Africa.

Las cinco experiencias que a continuación se detallan evidencian los problemas de adaptación que encuentran muchos de ellos, sobre todo para dar con un empleo estable. Rachid Al Quaroui, técnico en inmigración que reside en la ciudad hace siete años y con experiencia en diferentes entidades, destaca que la mayoría se desplazan a zonas agrícolas por la facilidad para encontrar trabajo, mientras que en la capital cacereña las dificultades son mayores. "La mayoría se dedican a la venta ambulante en mercadillos y las mujeres se dividen entre la hostelería y la prostitución", afirma.

Sin rechazo

Sobre la integración, Rachid hace hincapié en la ausencia de brotes xenófobos: "Cáceres es una ciudad acogedora, donde la tipología del inmigrante no es problemática". Sin embargo, indica que en otras zonas como Navalmoral "hay muchos problemas para la juventud magrebí como el fracaso escolar y la falta de recursos sociales. La Administración tiene que dar más importancia a la atención y buscar medios para la integración".

Habiba Aitmiamssour, Najat Barebita, Atia Abdelkader, Mohamed Aboufaris y Karem Radaddi demuestran con su vida una lucha por la esperanza.