Llegó hace tres años y no tardaron en surgir los problemas de convivencia. Lo explica una de las ciudadanas de la pedanía de la Estación de Arroyo Malpartida que el Día de Navidad fue una de las numerosas personas del barrio que se apostaron frente a la casa de un vecino al grito de ‘¡Basta ya!’, en un episodio de gran tensión que obligó a intervenir a la guardia civil y al alcalde, Luis Salaya, que se desplazó hasta el lugar de los hechos para tratar de apaciguar los alterados ánimos.

Según la versión de los afectados, este vecino alquiló una vivienda con derecho a compra en el barrio. Llegó procedente de Malpartida de Cáceres. «En principio se le veía una actitud educada, pero tuvo un problema con unos vecinos de arriba y la pareja finalmente se vio obligada a marcharse, dejar la casa. No han vuelto más. Ese fue el primer problema gordísimo que vivimos».

La afectada asegura que el vecino continuaba poniendo la música muy alta, «así día tras día». Sostiene que solía trasladarse en bicicleta y con una mochila hasta Malpartida y que «los agentes de la Benemérita le dieron el alto en alguna ocasión». Pero la gota que colmó la paciencia vecinal comenzó en Nochebuena: «la música la tenía a todo trapo y empezó a arrojar botellas desde la ventana. Vivo al lado; tengo niños pequeños. A mi sobrino, por Papá Noel, le regalaron un dron y estaba jugando en la calle. Nos asustamos».

En Navidad la cosa fue a más. Entre las seis y las ocho de la tarde se vivieron los momentos más peliagudos, especialmente cuando al llegar la vecina de al lado «comprobó que le había hecho en la fachada de su casa un agujero de 15 centímetros. A la mujer le dio una crisis de ansiedad, un ataque de pánico». Fue entonces cuando avisaron al alcalde. «La guardia civil estaba por aquí desde las seis de la tarde. Finalmente se pudo reducir al vecino». Los residentes confían en que la situación se normalice. Este diario trató de contactar con el ayuntamiento para conocer su versión, pero no fue posible.