Fue el pasado mes de diciembre cuando el ayuntamiento, de forma simbólica, entregó al presidente de la Asociación de Vecinos Hispanoamérica, Raimundo Medina, las llaves de una sede vecinal que el colectivo lleva reclamando desde hace 28 años y que está, indudablemente gafada. Fue un día feliz ese de diciembre, de celebración para los ciudadanos del barrio que coincidió con las migas navideñas. Sin embargo ese acto no fue más que una foto porque a la hora de la verdad el edificio sigue cerrado.

Los vecinos no pueden entrar porque no hay luz, existen problemas con la fontanería y han salido hasta goteras. A algunas estancias no se puede acceder porque las llaves no aparecen y las puertas están cerradas. La suciedad y las telarañas se acumulan por doquier. «No podemos patalear más, son temas de burocracia administrativa», decía ayer con paciencia Raimundo Medina, que confesaba que el edificio «ha quedado precioso». De esta situación la directiva vecinal dio cuenta al ayuntamiento a través de un escrito, según apuntó el histórico líder vecinal cacereño.

El concejal de Participación Ciudadana, Víctor Bazo, explicó que ya está resuelta la resolución del contrato y se ha ordenado la incautación de la fianza, 24.500 euros. «Ahora estamos pendientes de que Tesorería dé el visto bueno para que podamos utilizar el dinero y se tramite la obra», dijo el edil.

Bazo confirmó que quedan por rematar tareas de jardinería, fontanería, electricidad y solucionar las goteras. «Con ello terminaríamos definitivamente la obra». ¿Cuándo será eso? «A esa pregunta ya no me atrevo a responder porque ninguna de las fechas que he dado se ha podido cumplir, pero espero que en dos meses quede todo solventado».

Fue siendo Carlos Sánchez Polo alcalde de la capital cacereña cuando el ayuntamiento ofreció a Hispanoamérica un solar para levantar su sede a instancias del propio Raimundo Medina, que entonces ya presidía el colectivo. Poco tiempo después el consistorio convino con los vecinos la idoneidad de ceder esos terrenos a la Junta de Extremadura para que el extinto Insalud levantara allí el Centro de Salud San Jorge a cambio de dejar un espacio libre para que la sede pudiera construirse en el futuro. En el año 2004 Raimundo Medina remitió una carta al entonces presidente regional, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, para que los terrenos revertieran de nuevo al ayuntamiento y pudiera hacerse esta sede, de momento maldita.