Como era previsible se aprobó inicialmente el Plan General de Ordenación Urbana de Cáceres. Cabe decir que con sorpresa pues en resumidas cuentas nadie está totalmente satisfecho con el mismo. Uno no entiende mucho de estas cosas pero solamente con saber que se hace una planificación para una ciudad que en el 2.025 tendrá más de 300.000 habitantes ya le huele mal porque resulta increíble. A ver si se trata de otra ciudad. Aunque quién sabe pues El Corte Inglés hace milagros.

Según Felipe Vela ya no se puede hacer nada para cambiar determinadas líneas, que quizás sean las líneas maestras aunque él no dice nada, pero es posible rectificar y añadir en el periodo de alegaciones.

Izquierda Unida, dejando a un lado el histrionismo, presentó un rechazo total no tan solo ideológico sino técnico, pues, lo que es la vida, incluso encontraba justificado el enriquecimiento rápido.

El PSOE por su parte se abstuvo no sin dejar claros algunos aspectos graves. Por ejemplo la consabida Zepa, la dispersión de urbanizaciones y el caramelo engañoso, según ellos, de la "casa de campo".

Incluso el PP pareció poco contento pues no tuvo empacho en tender una mano a la oposición, la de Vela ya estaba asida, para celebrar cuantas reuniones fueran necesarias con el objeto de mejorar el plan puesto que el mismo portavoz acogió sin remilgos algunas de las críticas socialistas y no dejó de invitar a las mismas a Izquierda Unida.

Un plan que pretende ser válido durante veinte y muchos años no puede dejar insatisfechas a tantas gentes y de tan distinto proyecto político de manera que se imponen las rectificaciones necesarias, no sólo un maquillaje.

Eso tiene un coste político, naturalmente, pero es mayor el coste social que puede tener una chapuza.