TDtice el refrán que "quien guarda, halla" y el otro día mi afición casi patológica a acumular papeles y cachivaches me deparó una nostálgica sorpresa. Entre periódicos antiguos apareció un folleto del Patronato de Turismo que bajo el título 'Beber en Cáceres' y con textos de José María Parra guiaba al potencial turista por la noche cacereña de 1989. Bendije a San Diógenes, patrón de los que nunca tiramos nada, y disfruté regresando por unos minutos a las noches más canallas de la movida cacereña.

Volví a quedar con mis amigas en la esquina de Galet para encaminarnos a la calle de los bares. En mi regreso al pasado nos comimos unos mejillones en el Roji y unas bolas de patata en Jaype, el mistela de La Bodega y las burbujas del Extremeño, escuchamos a Coup de Soupe en la Capitol y asomamos la nariz en La Machacona. Después nos sentamos un rato en las escaleras del Jara, pasamos por la Gata Flora y decidimos ir al Suizo... Aunque lo mejor nos esperaba cuando subíamos de la Plaza a La Madrila. Algo tranquilo en OK, unos bailes en el 92, unas risas en Por Ejemplo sin dejar de pasar por Ya Está, Tope Buana, Rita, Maribel... y terminar pegando brincos en los bancos del Blues.

Justo ahí, cuando decidíamos volver a casa y me encontraba con mi padre en el portal denunciando a los locales que seguían abiertos, es donde termina mi viaje en el tiempo pero no la ruta que proponía el folleto, porque lo sorprendente es que Parra dedicaba un último apartado al "escaso amor comercializado" (sic) que había en la ciudad, referencia a las barras americanas y rifas de mujeres de algún conocido local.

El documento, patrocinado entonces por una institución, recoge el espíritu de aquel "a colocarse y al loro" de Tierno Galván, bautismo de la movida madrileña, pero hoy sería impensable que una administración, de cualquier signo político, publicara una apología de la nocturnidad similar. Nos hemos hecho mayores, más serios, respetuosos con el vecino pero también un poco más aburridos, y aunque no siempre cualquier tiempo pasado fue mejor, algunos días echo de menos esa década en la que todos éramos adolescentes.