Celadora y célebre camarera de la Madrila. Para Maribel Corrales la patrona es un pilar fundamental que le ayuda a superar su enfermedad, un cáncer. Dice que le ha ayudado tanto que para agradecérselo llegó a subir andando al santuario con un bastón después de operarse.

--¿Qué recuerdos guarda de su infancia junto a la patrona?

--Vivía en la calle Caleros y siempre nos poníamos en las calle con todas mis amigas a esperarla cuando bajaba en procesión en mayo. La imagen de Caleros siempre ha sido la más bonita porque allí le cantan y le hacen ofrendas. Después la seguíamos hasta Santa María. Las que más me incularon esta devoción fueron las monjas del colegio donde estudié, en Cristo Rey. Después de más mayor he subido muchísimo a verla al santuario. Creo mucho en ella, de hecho unos días después de operarme subí andando a la Montaña con un bastón. Me puse la música como siempre y carretera y manta. Esa vez me costó mucho más llegar arriba, pero siempre merece la pena.

--¿Qué cree que mantiene viva esta tradición?

--El sentimiento que los cacereños tienen a la Virgen de la Montaña, creo que la mayoría confía mucho en ella. Yo personalmente tengo mucha fe en la patrona. Precisamente el otro día me encontré a un amigo que está enfermo y se tiene que operar, ya le he dicho que no se preocupe, que todo saldrá bien porque se lo pediré a la Virgen.

--¿Va a ver a la patrona cuando está en Santa María?

--Sí claro, bajo todos los días, no puedo dejar de verla ningún día.

--¿Cuándo va a ver a la Virgen, cumple algún ritual?

--Echo siempre un euro o dos en las velitas para pedirle por los míos. También, como todo cacereño, intento adivinar el color del manto que lleva puesto. Eso le da la gracia a todo esto.

--¿Le hace alguna promesa?

--Sí, ya le hice una, subí cada día andando al santuario y me escuchó. Volveré a hacerlo.