Un marido es un individuo de la especie humana, aunque a veces no lo parezca, que tiene tales dificultades con la relación espacio-temporal que jamás está en el lugar y en el momento oportuno. Siempre está estorbando. Mi amigo Daniel lo sabe muy bien.

"Está el baño todo el día libre y tienes que entrar a afeitarte en el preciso momento en el que voy a limpiarlo. ¡Dani, sal de ahí!". Dani salía filosofando, que ya se sabe lo inútil que es filosofar. "¿Y no será al revés?. ¿Que el baño solo puede limpiarse cuando yo me afeito?". Entraba inadvertidamente, en la cocina. Como no domina ese espacio al no serle habitual, "Dani, échate más allá, que estorbas".

Tampoco debía poseer exactos conocimientos de las medidas de la cama. "Dani, échate más allá. Y no te lleves las mantas". Pues no se sabe qué tienen las mantas que suelen ser motivo de desavenencias conyugales, porque sobran o porque faltan. Mira que pasa tiempo en el salón. Pues tampoco le tiene cogido el sitio y la hora. "Dani, échate más allá", le repetía para poder encerar la tarima flotante.

Y Dani, que como cualquier marido podría ser mudo pero no sordo, obedecía y a la vez tomaba nota. Una noche bajó a comprar tabaco. Ya se sabe que tras la ley sobre este vicio es muy difícil comprar tabaco por la noche y por lo tanto tardó mucho en volver a dar señales de vida. En concreto 20 días, que empleó en comprar un pasaje y volar hasta el Cono Sur. Tuvo el detalle de enviarle un telegrama a su esposa que decía: " Emilia, estoy en la Argentina. ¿Estoy bien aquí o me echo más allá?".