San Blas esquivó los malos presagios meteorológicos y cerca de 6.000 cacereños disfrutaron de la tradicional jornada de romería en un día frío aunque iluminado por un sol resplandeciente. El repentino cambio en el tiempo unido al aliciente puesto en marcha por la asociación de vecinos del barrio en forma de chuletada y ponche gratis a partir de las doce del mediodía, animó a muchos a pasar por la romería desde primera hora de la jornada. Los bailes regionales del Redoble fueron la ausencia de la jornada a raíz de los polémicos cambios organizativos del ayuntamiento esta semana. El grupo folk El Quejío sustituyó al grupo de baile.

En cuanto se inició el reparto de chuletas comenzaron a formarse largas colas desde la mesa instalada a las puertas del bar y sede del colectivo vecinal. "Llevamos esperando más de 20 minutos", señalaba desde el último tramo de la cola Isabel Santano, que por primera vez había acudido a esta fiesta por la mañana junto a otras amigas y compañeras. Como ellas todos los que quisieron probar uno de los bocadillos que elaboraron los vecinos con 100 kilos de carne, o beber un vaso de los 150 litros de ponche que prepararon, tuvieron que esperar pacientemente turno.

"Las chuletas se van a acabar seguro, y me alegro porque ese es el objetivo", vaticinaba poco después de iniciar el reparto el presidente vecinal, Juan Antonio Hernández, a la vista del gentío que esperaba su porción. Y no erró. Poco antes de las tres de la tarde los responsables del reparto entregaban la última porción de carne y cerraban la mesa ante al decepción de algunas personas que aún esperaban su turno.

MAS ROSCAS EL DIA 3 Tampoco cesó la afluencia de visitantes durante la mañana por el puesto de roscas instalado en la casa parroquial, que junto con las chuletas fue el otro foco de atención de las primeras horas de la romería. Las 5.000 roscas de anís previstas para la jornada se quedaron escasas finalmente y dos horas después de iniciar la venta (empezó a las 12.00 horas) ya habían despachado más de la mitad de las piezas. Poco antes de las cuatro y media de la tarde, cuando habitualmente comienzan a bajar muchas personas para presenciar las actuaciones musicales, las roscas se habían acabado.

"Creo que nos vamos a quedar cortos por la amenaza de la lluvia, que afortunadamente parece que no se va a cumplir", advertía por la mañana el párroco de San Blas, Antonio Pariente. Su pronóstico se cumplió, y por la tarde fue él mismo quien colocó un cartel en la puerta de la casa parroquial, en el que informaba de que no quedaban roscas y anunciaba que podrían comprarlas también el día 3, cuando procesiona el santo.

En una tarde sin chuletas ni roscas, los dulces típicos de la mesa de ofrendas y los tradicionales cordones de San Blas acapararon el interés de los habituales de esta fiesta popular. Las colas se trasladaron por la tarde al pequeño puesto de venta de cordones instalado en el interior de la iglesia, para comprar por 0´50 euros alguna de las 4.000 cintas --la tradición popular les atribuye la capacidad de proteger a quien la lleva de los problemas de garganta-- que habían encargado este año.

En cuanto a la mesa de ofrendas instalada a las puertas de la parroquia, de nuevo los coquillos fueron los productos más demandados, aunque la buena presencia de las floretas y las roscas fritas también atrajeron el interés de público de tarde, entre los que predominaban las personas mayores y las familias con los niños pequeños ataviados con los trajes típicos --campuza y montehermoseña fundamentalmente--. Algunos sin embargo aprovecharon la jornada para iniciar los carnavales luciendo otro tipo de vestimentas.

Pasa a la página siguiente