El frío no congeló ayer la tradicional fiesta de Los Santos Mártires. Por el Paseo Alto pasaron más de 7.000 cacereños desde las once de la mañana que acudieron a honrar a San Sebastián y a San Fabián, los dos santos que ponen nombre a esta tradicional festividad y que murieron por defender a los cristianos.

Este año se cumplen tres décadas desde que Juanita Franco, mayordoma de la hermandad, rescatara la fiesta de Los Santos Mártires, paralizada durante la guerra civil y la posguerra. Y la cita no defraudó. Las 3.000 roscas --principal aliciente del evento-- volaron en poco más de dos horas: "llevamos llenos toda la mañana. Este es el mismo barullo de siempre", contaba a EL PERIODICO Marisa, una de las dependientas del puesto de roscas, situado al lado izquierdo de la ermita del Paseo Alto, mientras vendía las roscas de la última caja.

En el puesto de al lado el buche y los 100 kilos de patatera de Arroyo de la Luz desaparecieron también en cuestión de horas. El reloj no marcaba las dos de la tarde y sobre la barra quedaban únicamente algunos bocadillos y tortilla: "se ha acabado casi todo. Pero el buche y la patatera han sido los platos más vendidos", decía uno de los colaboradores que pertenece a la Hermandad Cristo del Amparo, que también participa en la celebración de esta fiesta.

En la bandeja había puestos improvisados, como el de Ricarda, que lleva 30 años yendo a la romería para vender sus pestiños de azúcar y miel o los chicharrones, elaborados por ella misma. Pero entre tanto barullo llama la atención un estand lleno de niños con un cartel en el que puede leerse: "todo casero. Lo destinamos a Haití". Se trata del puesto de Marta y Eva, dos niñas de 9 años que estudian en el colegio Prácticas y que han decidido, igual que hará la cofradía de Los Santos Mártires, destinar el dinero que recauden a los damnificados por el terremoto. Ellas han conseguido reunir más de 630 euros vendiendo magdalenas, trufas, juguetes y cuentos propios que ya no utilizaban. "Nos han ayudado nuestras madres y nuestros compañeros. Todos han traído cosas y han venido a ayudarnos", contaban. Y era cierto, unos veinte compañeros y amigos de su edad hacían de dependientes. Todos querían colaborar por la causa.

SIN JUANITA FRANCO A las 12.15 horas comenzó la misa al aire libre oficiada, esta vez, por el Obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro y acompañada por los cantes del grupo Alborada. Pero se echó en falta a la mayordoma y creadora de esta fiesta, Juanita Franco. No pudo asistir porque estaba enferma. Es la primera vez en treinta años que ha faltado: "estamos llamándola constantemente para explicarle como va todo", dijo su hija, Carmen de La Montaña, mientras compraba cinco roscas a su madre para llevárselas a su casa.

Entre la multitud de cacereños se encontraban también los políticos. Estuvieron la alcaldesa de Cáceres, Carmen Heras, la nueva concejala de Foro Ciudadano, Carmen Santos, la edil de Asuntos Sociales, Marcelina Elviro, la de Juventud y Cultura, María José Casado, el de Infraestructuras, Miguel López o el concejal del Partido Popular, Joaquín Rumbo. Heras recordó que ésta es "una de las grandes tradiciones de Cáceres. Llega después de las Navidades y abre el camino al buen tiempo" y añadió que "el ayuntamiento está constantemente en contacto con las cofradías para ayudar en todo lo posible en la celebración de estas fiestas, que son el pasado de Cáceres".

Tras la misa el grupo folclórico El Redoble amenizó la jornada con los bailes y la música regional. Un día que acabó, precisamente, tras la representación el baile típico de esta ciudad: el Redoble.