Dijo Saponi: "El botellón al ferial" y los vecinos de La Madrila se pusieron muy contentos. Compraron colchones nuevos, algunos de látex, camas con dosel, y pensaron que podrían gozar del descanso que nunca habían tenido y disfrutarían de sus jardincitos que durante tanto tiempo habían sido víctimas de vomitonas y botellas rotas. Pero los vecinos suponen y los empresarios disponen. Porque los vecinos de La Madrila baja no se habían percatado de que en ese lugar hay empresarios que han hecho inversiones en locales. No habían tenido en cuenta que un empresario no está dispuesto a cerrar un local comercial y dejarlo en el olvido sin obtener una rentabilidad satisfactoria. Y los empresarios se lo han recordado. Han lanzado la idea de convertir La Madrila baja en el lugar privilegiado del ocio cacereño. Y es que hasta ahora, por lo visto, había sido un cenobio. Y no es que no estén en su derecho. Es que es lógico que defiendan su negocio. Pero esos negocios, como cualquier otro, tienen una reglamentación y deben someterse a unas leyes. ¿Se cumplirán esas leyes? Algunos vecinos no están muy convencidos pues la experiencia les dice que antes había leyes y no se cumplían. Si no se puede consumir en la calle, ¿hay aforo en los establecimientos para acoger a tanto consumidor? ¡Qué harán quienes deban esperar fuera? Las discotecas suelen tener aparatos musicales y un aforo determinado. ¿Se vigilarán adecuadamente? Yo, por si acaso, no he cambiado aún el catre. Y Salazar no ha roto la denuncia que le tiene preparada al ayuntamiento. Y no se debe a las suspicacias. Simplemente a la experiencia.