Son muchos los conciudadanos que, siendo propietarios de mascotas varias, o meros simpatizantes, esta semana se sobresaltaban con una de las noticias aparecidas en este y otros diarios de la región. La mayoría de ustedes sabrán a qué suceso me refiero: un bulldog francés moría en una de nuestras calles al ser arrojado por la ventana de un edificio cacereño desde un sexto piso --no duden en visitar la hemeroteca de El Periódico EXTREMADURA en su versión digital para conocer con detalle lo acaecido--.

El hecho de que una inocente criatura pagase con su vida el enfado de un tercero, suscitó una indignación generalizada, que se vio reflejada en una avalancha de comentarios en este medio de comunicación, y en los cafés/calles de nuestra ciudad. Algunos tachaban de desmesurada la reacción que se había producido, al tratarse "tan sólo" de un animal, siendo tales afirmaciones convenientemente criticadas por la gran mayoría de ustedes. Desde esta columna de Perspectivas déjenme unirme a esta crítica haciendo una llamada al orden, a la educación y al respeto por la vida, ante un acto salvaje que convierte en más animal a su autor, que a la propia mascota en sí.

Dejando a un lado este tema, pero aprovechando el hilo del mismo, son muchos los casos en los que la vida animal se ve ultrajada. En estas fechas de estío, desgraciadamente, también son numerosos los abandonos de animales de compañía; mascotas que en su día fueron regalos de Navidad, de cumpleaños o simples caprichos de un día, y que, llegadas las vacaciones "estorban" en nuestros planes... Nuestra perrera municipal puede dar buena cuenta de ello.

Afirmó sabiamente Nietzsche: "Creo que los animales ven en el hombre un ser igual a ellos que ha perdido de forma extraordinariamente peligrosa el sano intelecto animal, es decir, que ven en él al animal irracional". Efectivamente, no somos sino animales... y cada vez me es más difícil creer que pertenecemos a los que denominan "racionales", responsables de sus actos y decisiones.