Culpable de asesinato. El tribunal del jurado ha considerado probado que Jorge P. R., de 38 años, asesinó a su vecina y pariente con un bloque de hormigón en la localidad cacereña de Cabezabellosa. Y estima, además, en base a las pruebas periciales que se han puesto de manifiesto en las tres sesiones del juicio oral, que en el momento de los hechos tenía, en parte, las capacidades volitivas mermadas. Lo que no cree el jurado es que el acusado sufriera algún tipo de trastorno psíquico que le llevara a matar a esta anciana, de 85 años.

Será ahora la Audiencia Provincial de Cáceres la que decida la pena que deberá cumplir. El Ministerio Público solicita que pase 25 años en prisión y que tenga otros diez años más de libertad vigilada; más otros siete meses por el delito de allanamiento de morada (por entrar en casa de la víctima sin su consentimiento). Pide además que indemnice a cada uno de los hijos de la fallecida con 50.000 euros. La acusación particular, que defiende a la familia de la víctima, solicita también 25 años de prisión por asesinato, siete meses de cárcel por allanamiento de morada y una indemnización de 60.000 euros a cada hijo.

La defensa del acusado, en cambio pide que se le aplique la eximente incompleta para que, además de cumplir condena en prisión, pueda ingresar en un centro psiquiátrico para recibir el tratamiento adecuado a su alteración psíquica. Solicita asimismo que se rebaje la pena en dos grados (si se le condenara a 25 años como, piden las otras partes, esta quedaría únicamente en seis años de cárcel, aunque esta rebaja dependerá de la condena final que establezca el magistrado presidente).

El jurado, compuesto por cinco mujeres y dos hombres (más dos suplentes, un hombre y una mujer) ha tomado las decisiones en su mayoría por unanimidad.

HACE UN AÑO

Los hechos, tal y como ha contado este diario, ocurrieron en junio del año pasado, cuando una madrugada irrumpió en su domicilio de la anciana en busca de droga (con la mujer residía uno de sus hijos con el que el acusado había consumido estupefacientes en varias ocasiones).

Llamó insistentemente a la puerta pero, como nadie le abrió, cogió un bloque de hormigón que encontró cerca y aporreó la puerta. La mujer se despertó por los ruidos y salió a la ventana desde el piso de arriba para ver qué ocurría. Al ver que se trataba de Jorge P. R., al que conocía perfectamente, bajó a abrirle. Sin embargo, mientras abría, el acusado empujó la puerta consiguiendo que la mujer cayera al suelo y se golpeara con una escalera en la cabeza, aunque no perdió la consciencia.

Le pisó la cabeza mientras subió a toda prisa al piso de arriba en busca de la droga, pero como no la encontró, bajó «muy irritado», le quitó el camisón y la golpeó con los cascotes de hormigón con los que había apaleado la puerta para conseguir acceder a la vivienda. Los golpes fueron constantes y tan violentos que llegaron a desfigurarle el rostro. Como consecuencia de la agresión, la víctima sufrió traumatismo craneal y facial, fractura en la base del cráneo y hemotórax izquierdo severo, que le provocaron la muerte. Después se dirigió a casa de otro vecino porque creía que mantenía una relación con su mujer. Le atacó con una barra de hierro pero no le provocó lesiones.

Al acusado se le aplicará además la atenuante de confesión, ya que contó lo sucedido a la Guardia Civil cuando fue detenido y después en sede judicial en su declaración. En cambio en el juicio aseguró que no recordaba muchas de las cosas del día de los hechos, que tenía «nublados». También contó al tribunal, durante la primera sesión del juicio oral, que no sabía por qué había matado a la víctima, que escuchaba voces que le decían lo que tenía que hacer y que llegó a pensar que era Satán. Esta versión la corroboraron algunos de los testigos, entre ellos su hermana, que contó que cuando ella llegó al lugar de los hechos su hermano decía que era Satanás, que rezaba en verso y que decía que estaba en París.

LOS FORENSES

Esta versión fue ratificada también por los forenses, que declararon en el juicio oral que sufrió un trastorno psíquico agudo con ideas delirantes, que condicionó su conducta el día de los hechos. Los peritos que le atendieron tras haber cometido el crimen aseguraron que, después de los hechos, se encontraba muy alterado y les manifestó en varias ocasiones que oía voces que le decían lo que tenía que hacer con Petra, la fallecida. Los forenses consideran además, y así lo manifestaron al tribunal del jurado, que en su estado también influyeron las sustancias estupefacientes que había consumido con anterioridad al crimen.

La defensa del acusado, que ejerce el letrado Emilio Cortés, recurrirá la sentencia al TSJEx.