Ha podido pasarle a usted que ahora lee este reportaje, pero también a su hija, a su sobrina, a su hermana, a su amiga, a su compañera de trabajo... por eso no hay que tener miedo a contarlo, para concienciar a la sociedad de que la violencia contra las mujeres es una de las grandes lacras de la sociedad actual que hay que frenar de forma contundente. La protagonista, esta vez, es la cantante cacereña Raquel Palma, que ha contado en su perfil de Facebook el acoso que acaba de sufrir mientras viajaba por la autovía de Sevilla en dirección a un pueblo de Badajoz donde tenía esa noche una actuación.

«Maldito enfermo de mierda, hoy me has aterrorizado, pero no me voy a permitir tener miedo», comienza la artista su escalofriante relato. En declaraciones a este medio, la cantante explica cómo mientras conducía se percató de que un conductor le hacía señales y se situaba delante de su vehículo ralentizando la marcha. «Al principio pensé en lo típico, en que algo le pasaba a mi coche, pero no vi nada que me llamara la atención porque el coche es nuevo, así que decidí adelantar y seguir mi camino». Sin embargo aquel hombre no se dio por vencido, volvió a adelantarla y a repetir la acción. «Me obligó a frenar, no entendía qué quería decirme y ya comencé a preocuparme un poco, le volví a adelantar y él hizo lo mismo, pero poniéndose esta vez en paralelo conmigo».

Fue en ese momento cuando él empezó a hacerle señales para que abandonara la carretera. «Me acorraló en la autovía y me ofreció un billete de 50 euros. Me sentí como una puta mierda. Eso es lo que vale para él un polvo y cualquiera podemos ser su puta, porque imagino que eso es lo que ha pensado de mí. Pobre la puta a la que le toque semejante cerdo».

La cantante, presa del nerviosismo, acertó con el manos libres a dar con el número de su marido. En ese momento un camión adelantaba a otro, ella no pudo anotar la matrícula y consiguió burlar al conductor. «De tener la matrícula hubiera puesto una denuncia ante la Guardia Civil», contaba ayer entre sollozos una Raquel Palma que confesaba que aunque huyó de ese hombre «nunca había sentido tanta degradación».