Andrés Ortega tiene 42 años y es uno de los 6.000 cacereños diabéticos. En su caso, la enfermedad se ha convertido en una vieja compañera que le permite llevar una vida del todo normalizada. Le fue diagnosticada con 12 años. "Comía mucho, pero perdía peso", recuerda. Andrés siguió con el futbol, con el tenis, con sus trabajos y con su título de auxiliar de enfermería. "Desde el principio le dije a mis amigos que me ayudaran a administrarme la insulina. Quería que fuera algo normal". No lleva una dieta rigurosa, "sólo la que debemos seguir todos".