A los pies de su casa en la Ribera del Marco, José María Remedios ha cumplido ya ocho años con un corazón nuevo. Funcionario jubilado del hogar de la Peña del Cura, no olvida a sus 66 años la cadena de infartos que le llevaron a una situación límite. "Me dijeron que estaba en alerta cero", recuerda.

La donación llegó 15 días después cuando su vida tambaleaba en una habitación del hospital Puerta de Hierro. "Claro que me gustaría saber quién fue la persona que donó el corazón, pero nunca te lo dicen", añade. Sólo supo que el corazón que late en su cuerpo perteneció a un hombre mayor que él que sufrió una embolia.

Su vida, explica, ha cambiado desde entonces: "No podía andar, me ahogaba. Ahora he vuelto a recuperar calidad de vida". Su fortuna no le ha hecho olvidar la importancia de sensibilizar a la sociedad para que done sus órganos. Por ello, es uno de los impulsores de la nueva asociación de trasplantados. Gracias al hombre que le salvó la vida, disfruta ahora del sol de otoño que brilla en la ribera.