--Usted dio la alcaldía a Sánchez Polo. ¿Se arrepintió luego de aquella decisión?

--El pacto no llegó a cumplirse por parte del PSOE. Se comprometieron a hacer una serie de inversiones que no se materializaron como el AVE o la carretera a Badajoz. Fue una legislatura muy tensa para mí.

--¿Cómo recuerda ahora la experiencia?

--Me dieron por todos lados. De lo que salía bien, nadie decía si yo había aportado o no pero, si salía mal, decían que no lo había apoyado. De todas formas, siempre me llevé magníficamente con Sánchez Polo. Nunca fui un político a la antigua usanza.

--¿Por qué dejó la política?

--Cuando terminó aquella legislatura estaba quemado. Todos los días estaba en primera fila. Encaré temas intocables como la ordenanza del taxi, que no existía por aquel entonces. No se daban licencias y la ciudad funcionaba ni con una veintena. También pasaba con el deporte. No había una política municipal. El Cacereño tuvo que entrar por el mismo redil que los demás y pidieron mi dimisión. Tampoco ninguna institución pagaba el agua. El ayuntamiento también debía un montón de dinero por este mismo concepto, pero también se lo debían a él.

--¿De qué se siente orgulloso de su paso por el ayuntamiento?

--De haber sido coherente con mis principios y haber podido salir del ayuntamiento honestamente, sin haber hecho ninguna maldad ni que puedan achacármela. Cáceres estaba sin agua y hubo que hacer rápidamente un trasvase. Lo conseguimos en cuatro o cinco meses con Sánchez Polo e Ibarra, algo impensable con esos plazos. También comencé y terminé la obra del polígono Los Fratres. Había empresas que tenían intereses y habían manipulado a algunos propietarios porque no querían que saliera para delante.

--¿Qué más hizo?

--Fui también el primero que tiró del carro para que se hiciera el parque del Rodeo. Tuve que explicarle a los vecinos que el ayuntamiento no podía comprar terrenos que valían más que el presupuesto. No se podían hacer expropiaciones y luego no pagarlas y hubo que llegar a acuerdos.

--Trabajó codo con codo con Pedro Cañada y Félix Rincón, este último ya fallecido. ¿Qué recuerda de ambos?

--(Se emociona) Pedro es un hombre muy luchador y honesto, que hace lo que sea por los intereses de Extremadura. Lo tiene muy claro y lo ha demostrado muchas veces. Félix no era tan extrovertido y muy trabajador.

--¿Por qué los regionalistas no han logrado enganchar con más votos?

--Cuando yo entré la cosa ya iba de capa caída. La explicación que tiene es que una sociedad que no necesita del trabajo para ganarse la vida significa que hay alguien la mantiene. Algunos catetos piensan que quien da las subvenciones son Ibarra o Monago y así es imposible hacer nada. En Cataluña es distinto porque la gente trabaja para una empresa que no es la Administración y les da igual votar a Mas o menos. Cuando la gente depende del Estado prefiere que todo se mueva lo menos posible.

--Pero, sea sincero, ¿por qué fracasó el pacto?

--Porque el PSOE no fue capaz de materializar las obras que se incluían en el pacto. Pedro Cañada me decía que esperara y yo le respondía que la gente nos iba a echar en cara en las siguientes elecciones que habíamos vendido el voto. También llegaron a decir que me habían dado un maletín lleno de dinero.

--¿Por qué los pactos de gobierno han terminado siempre fracasando en el ayuntamiento? Le pasó a usted con Sánchez Polo y luego a Carmen Heras con Felipe Vela y Pavón...

--En la política hay poca sinceridad y falta pragmatismo. Solo se trata de ilusionar a la gente y, para poder hacerlo, hay que ser un encantador y hay pocos como Felipe González.

--¿Por dónde cree que pasa el futuro de Cáceres?

--Lo veo malamente. Cuando se salga la crisis, España no va a ser lo que era y Extremadura, mucho menos. Las subvenciones van a ser cada menos y aquí vivimos de ellas. Esto es una colonia y ningún dirigente ha luchado porque deje de serlo. Es vergonzoso que se lleven fuera el valor añadido de productos como el corcho o el tomate. Cáceres es un centro urbano administrativo, que cada día tiene menos porque cada vez se está yendo más a Mérida.

--Ahora vive en Sierra de Fuentes, alejado de la capital cacereña. ¿Ha tenido tentaciones de volver a la política?

--Me inquieta la problemática social y me pongo rabioso cuando veo algunas cosas. Claro que me gusta la política. Me gustaría volver, pero no comulgo con ruedas de molino. El interés de los partidos debe ser el de los ciudadanos. Si los partidos van bien, ellos también.