Imagine que cena en un restaurante y una mancha de aceite le estropea su nuevo vestido blanco o su flamante chaqueta gris. Un desastre. Pero si ya estuviera en el mercado la máquina quitamanchas Strema y el local dispusiese de ella, el problema quedaría solucionado en segundos. Se trata de un nuevo mecanismo creado por el facultativo Javier Pérez-Toril (Cáceres, 1954), un reconocido otorrino que lleva años ejerciendo en el Hospital Virgen de la Montaña y que es colaborador científico del Centro de Cirugía de Mínima Invasión (CCMI). Su invento puede eliminar en 3 minutos manchas de aceite usado de motor, y en segundos las de cereza o soja. Si no es suciedad reciente, también ayuda a combatirla. Precisa mucha menos agua que una lavadora y ahorra energía, detergente, tiempo y dinero.

¿Pero cómo llega un médico a inventar una máquina semejante? Primero, por el talante emprendedor de este facultativo, que ya ha creado varios simuladores para intervenciones quirúrgicas en el CCMI. Segundo, por una deducción en un quirófano. De hecho, todo surgió en las operaciones de microcirugía de oído, con una técnica en la que Pérez-Toril fue pionero en España. "Utilizamos aspiradores minúsculos, y para evitar que atraigan los tejidos internos, que son muy finos, ponemos un pequeño algodón en la punta que sirve de filtro. Al haber sangre, ese algodón se tiñe de rojo, pero si lavamos el oído con un poco de suero, ese mismo algodón queda blanco cuando se aspira el suero. Yo me pregunté: ¿Por qué no lo aplico a la ropa, haciendo pasar el agua por la tela para limpiarla? Y surgió el invento", relata el médico.

HASTA 30 PROTOTIPOS En definitiva, se trata de un dispositivo cilíndrico de solo 26 centímetros que se abre por el medio. En el centro se coloca la prenda por la zona de la mancha, se cierra y se ajusta. A ambos lados hay dos recipientes con agua y detergente. Cuando el motor gira, hace pasar ese agua a través de la tela una y otra vez con fuerza para eliminar la suciedad. "Incorporé también una especie de filtro, unas membranas de látex perforadas que quedan en contacto con la prenda, y que al masajearla ayudan a eliminar la mancha, y a la vez la protegen", explica.

El camino ha sido largo. Pérez-Toril comenzó probando con unas ordeñadoras y luego con unas bombas de trasiego de vino. "Eliminaban la suciedad rápidamente, pero eran muy grandes", explica. Durante años ha desarrollado hasta 30 prototipos, mejorando uno tras otro, e incluso logró la medalla de plata en el Salón Internacional de Inventos de Ginebra. Finalmente ha encargado en Ibi (Alicante) la fabricación de la máquina definitiva (de momento). "Después he contactado con un extremeño que la mejora con aluminio reforzado", subraya.

Hay empresarios atraídos por el invento. Una tintorería de Madrid ha realizado pruebas satisfactorias con tejidos delicados y manchas difíciles. Otros empresarios y abogados de Nueva York están viendo el prototipo para desarrollarlo o quedarse con la patente. Un ingeniero de Chicago se muestra interesado en fabricarlo, y empresarios mejicanos estarían dispuestos a distribuirlo.

Strema , que toma su nombre de las primeras letras de la traducción inglesa (Stain Removing Machine ), en realidad tiene muchas posibilidades. Funciona a pilas, solo necesita 200 centilitros de agua, es fácil de usar y transportar, y muy rápida. Puede utilizarse en el propio hogar, pero especialmente en restaurantes y hoteles, donde resolvería situaciones incómodas en segundos. "No solo mejora el sistema de lavado, sino que se aplica en cualquier lugar al instante", señala Pérez-Toril.

También puede eliminar las peores manchas antes de introducir las prendas en la lavadora, o acoplarse directamente a una lavadora como proceso previo, incluso crear una máquina de mayor tamaño donde se puedan tratar varias prendas a la vez. Pero de momento el facultativo tiene suficiente con sacar adelante el modelo actual en el laberinto de trámites y patentes.

ENTRE 60 Y 70 EUROS En cuanto al coste de fabricación, "se queda en unos 27 euros, pero hay que multiplicarlo por 3,6 para sacar el precio final de venta al público (intermediarios, márketing...). Hablamos de entre 60 y 70 euros", calcula Pérez-Toril, quien también ha creado ya la empresa JPT Soluctions para su desarrollo.

Tras muchos años de dedicación y el apoyo continuo de su hijo, Javier Pérez-Toril solicitó en 2007 un modelo de utilidad, que le fue concedido. Se trata de una patente de menor rango con una vigencia de una década. Incorporadas nuevas mejoras a la máquina, ya solicitó la patente, primero en Europa y después en EEUU. "Van por buen camino, aunque la respuesta se hará esperar algunos meses más en Europa y tres o cuatro años en Norteamérica", calcula el facultativo.