Los familiares podrán visitar a los enfermos ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) atendiendo a criterios clínicos. La primera en facilitar estas visitas ha sido la del hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, donde el jueves un cacereño accedió para pasar un rato con su ser querido, que llevaba más de un mes sedado. Los especialistas creen que se trata de una forma de levantarles el ánimo y de ayudar en su recuperación.

El Servicio Extremeño de Salud (SES) no ha flexibilizado los protocolos de visitas en los hospitales de la región, donde continúan estando restringidas a los familiares, pero sí permite que estas se realicen siempre que estén avaladas por el criterio del especialista. «Las medidas siguen siendo las mismas, siempre siguiendo los protocolos establecidos por covid-19, otra cosa distinta son las pautas de tratamiento por situaciones clínicas de los pacientes, que siempre estarán pautadas por los especialistas», afirman desde la Consejería de Sanidad.

De hecho, en el caso del hospital San Pedro de Alcántara, en estos momentos permanecen ingresados en la UCI cuatro personas y solo una recibió la visita de sus seres queridos. Se trata de un paciente al que ya se le había retirado la sedación y que presentaba una importante mejoría (ya podía moverse y comunicarse). La medida se ha puesto en marcha ahora precisamente porque son enfermos que se infectaron hace más de un mes (hay uno que lleva 48 días en esta UCI), por lo que ya no están contagiados aunque sí continúan sufriendo las consecuencias del virus, como es la afectación pulmonar.

Los profesionales de esta unidad siempre han apostado por la humanización del servicio. De hecho, durante la pandemia, se hicieron con un teléfono móvil para poder hacer videollamadas entre los familiares y los pacientes que se encontraban mejor. Comprobaron que les subía el ánimo y eso incidía de manera positiva en su recuperación. En una ocasión uno de los ingresados llevaba varios días diciendo que se quería morir, así que los médicos decidieron ponerle en contacto con su familia. Recibió una dosis de oxígeno. Y se recuperó.

Esta UCI antes del coronavirus ya había iniciado un proyecto de humanización con el que habían incrementado las visitas hasta tres veces al día. Ese nuevo plan se vio truncado por la crisis sanitaria, aunque han intentado mantener un lazo estrecho entre el enfermo y el familiar a través de las llamadas diarias que realiza el jefe de la unidad, Basilio Sánchez. De hecho, tal y como explicó él en una entrevista concedida a este diario hace unas semanas, decidieron que fuera solo uno de ellos el que se comunicara con los familiares para no distorsionar la información y crear un clima de confianza.

Por otro lado, y ante el descenso del número de ingresados, una parte de esta Unidad de Cuidados Intensivos se ha sometido entre el lunes y el miércoles pasado a una limpieza total para desinfectar la zona. Por el momento esta unidad se mantendrá para uso exclusivo de enfermos con coronavirus.

«Todos hemos vivido esta guerra»

«Todos hemos vivido esta guerra»Los médicos intensivistas de la Unidad de Cuidados Intensivos del San Pedro de Alcántara han realizado un homenaje a las enfermeras y auxiliares de la planta por su trabajo durante la pandemia. La idea partió del doctor Marcial Casares pero todos se pusieron a trabajar al unísono y elaboraron un mural con fotografías de la unidad durante esta crisis sanitaria. Una mañana abrieron las puertas de la UCI y comenzaron a aplaudirles. El video se ha hecho viral en las redes sociales. La emoción se palpa. «Era algo necesario, todos lo hemos pasado mal porque todos hemos estado viviendo esta guerra y nuestras enfermeras lo han dado todo, han estado a pie de cama, haciendo cambios posturales y aprendiendo técnicas nuevas en poco tiempo», afirma Elena Gallego, una de las intensivistas del equipo y cómplice del doctor Casares en esta sorpresa.

Para Gallego la unidad ha funcionado gracias a todo el hospital y hace extensivo el homenaje a Farmacia, Rayos, fisioterapeutas, celadores,… «Un día se nos acabó el sedante y los farmacéuticos se pusieron a trabajar para podernos dar otro, se han preocupado de que a ningún paciente le faltara medicación», asegura. Y los de mantenimiento les subían varias bombonas de oxígeno al día. La actividad era tal que se agotaban diariamente.

Los médicos han trabajado sin descanso, durante casi dos meses: «Había días que era brutal, te ponías el EPI y empezabas, un paciente de 50 años que saturaba al 60%, otro de 60 que se estaba asfixiando,… y así continuamente», añade. Todo ello con el miedo de contagiarse e infectar a sus familiares en casa. Y lo que es peor, con el miedo de acabar como los pacientes a los que ellos trataban. «Esto no se nos va a olvidar, sobre todo ver morir a gente tan joven, da rabia no poder hacer más. Esta enfermedad ha tenido una cosa muy dolorosa, los pacientes tienen idas y venidas, mejoran y a los días colapsan y mueren», recuerda. Muchos, en esas mejorías, se han llegado hasta a comunicar con los médicos (les dejaban una pizarra si no podían hablar): «Tengo ganas de ver a la hija de un paciente que falleció para contarle todo lo que hablé con su padre», afirma.

También está la parte positiva. Ver a los enfermos curarse. La doctora Gallego recibe a diario videos de pacientes ya en sus casas, recuperando su vida. «Emociona».