Sólo doce de cada cien vecinos que residen en el casco antiguo tienen menos de 16 años. Sin embargo, en La Mejostilla, algo más de una tercera parte de su población es infantil y juvenil. Estos datos, sacados de un reciente estudio del sociólogo cacereño Jesús Moreno, revelan las grandes diferencias poblacionales que existen entre los barrios: con un profundo envejecimiento del centro urbano frente a la notable juventud de los barrios periféricos en expansión.

La ciudad tiene actualmente 15.804 menores de 16 años (8150 niños y 7.654 niñas), el 17,7% de la población empadronada (89.478 el pasado 10 de noviembre). Tres barriadas de Cáceres tienen porcentualmente la población más joven: a La Mejostilla (un 27,4% de su vecindario tiene menos de 16 años), le sigue Aldea Moret (26,5%); Cabezarrubia-El Vivero-Castellanos (25%) y Nuevo Cáceres (23%).

En el lado contrario, está el casco antiguo con la población más envejecida (el 12% de sus residentes es menor de 16 años); toda la zona centro (el 12,5%) y el área de La Madrila, las Casas Baratas y San Marquino, que no llegan al 14%.

PAREJAS JOVENES CON NIÑOS Aldea Moret, a pesar de ser una barriada antigua, mantiene todavía un alto porcentaje de niños y jóvenes gracias, sobre todo, a su población de etnia gitana, con un mayor índice de natalidad, y a la creación de urbanizaciones nuevas, como La Cañada, que han renovado el perfil poblacional.

Lo mismo ha ocurrido con los nuevos barrios en expansión, sobre todo La Mejostilla, donde la llegada en masa de parejas jóvenes con niños muy pequeños o que empiezan a tenerlos ahora ha convertido estos barrios en los nuevos semilleros de la ciudad.

Así, estos nuevos núcleos han tomado el relevo de Llopis Ivorra, por ejemplo, que en los años 60 era uno de los de mayor población joven y que ahora, con un 14,5% de niños y jóvenes, es uno de los más envejecidos. También ha seguido idéntica evolución Moctezuma.

PARTE ANTIGUA Jesús Moreno, que ofreció la semana pasada una conferencia por el Día Mundial de la Infancia, señala la importancia de la inmigración en algunos barrios, como es el caso del casco antiguo y su entorno. "El asentamiento de varias familias inmigrantes en la zona, e incluso las residencias sociales, ayuda a aumentar el porcentaje de población joven del barrio, que de otra manera sería bastante inferior", asegura.

El presidente vecinal de esta zona, Luis García Marín, reconoce el envejecimiento del vecindario, que ya de por sí tiene una densidad de población muy baja, aunque asegura que la tendencia "empieza a cambiar". "Son ya muchos los jóvenes que han optado por esta zona para vivir, muchos con hijos, lo que ayudará a mitigar el progresivo envejecimiento que sufre este área, con una media de edad de los vecinos de 60 años", añade.

El autor del estudio afirma que el trabajo pretende ser también "una llamada de atención" a las instituciones para que doten a los barrios de servicios según estas características

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