La policía local ha informado en esta semana del balance de actuaciones y hay datos que invitan a la reflexión, como es la elevada presencia de menores en unas estadísticas poco prometedoras.

Los agentes han identificado a algunos de ellos como miembros pertenecientes a grupos skins, a otros se les denuncia por consumir bebidas alcohólicas en la calle y, otros tantos, se les coge quemando contenedores o se entretienen emborronando fachadas con aerosoles.

Lamentablemente, los datos, aunque reveladores de la eficacia de nuestra policía, dejan entrever un problema más de fondo como puede ser el germen de una delincuencia juvenil que debe atajarse ahora que se está a tiempo.

¿Qué es lo que realmente buscan los jóvenes con estas actitudes? ¿Qué es lo que mueve a un menor a ´alistarse´ en formaciones ultras? Preguntas demasiado complejas que requieren una atención pormenorizada, caso por caso. Pero lo que es evidente es que la detención de menores nunca es una buena noticia, ni siquiera para los agentes. Quizás estemos a tiempo de salvar a una generación que se pierde entre las consolas y el ordenador, entre una realidad mal entendida y una fantasía hecha realidad. Puestos a jugar, juguemos a buscar soluciones.