Comprar, comer, beber y, a ratos, divertirse, es lo que ofrece el mercado de las tres culturas (cristiana, árabe y judía) que se celebra este fin de semana en la ciudad monumental con artesanía y productos de diversos puntos de España y del mundo. Sólo ayer consiguió atraer a esta zona, habitualmente desierta, a unas 9.000 personas, según una estimación de la organización.

Así, el mercado consigue una vez más algo que resulta casi insólito, salvo en contadas ocasiones: que los cacereños de todas las edades recorran en masa su ciudad monumental. Esto sólo ocurre en el festival Womad, la Semana Santa y el carnaval medieval, en menor medida. Además sirve de atractivo para los turistas que visitan Cáceres este fin de semana.

El frío de la jornada y la lluvia, que hizo su aparición de forma intermitente por la tarde, apenas afectaron a la afluencia de visitantes, excepto al mediodía cuando algunos puestos cerraron al público. Hoy, si no llueve, se espera superar esa cifra. "Los domingos suele ser el día más fuerte y el sábado por la tarde", explicaba una de los 150 artesanos instalados en la plaza de Santa María.

VUELTA A LA VIDA "Iniciativas como ésta deberían estar todo el año", valora Ignacio, un vecino de la zona que, aunque se confiesa poco amigo de los mercadillos, reconoce que iniciativas como ésta "devuelven a las plazas de la ciudad monumental su estado natural": la de una plaza de mercado. "El resto del año es como un museo y ahora tiene vida", concluye.

En la jornada de ayer se rindió homenaje al Quijote . Un grupo de actores itinerantes escenificaron, en una adaptación cómica y callejera, pasajes de la novela cervantina, como el de la investidura del hidalgo, ya víctima de su peculiar locura, como caballero por un simple posadero. Gaiteros y malabaristas también recorrieron calles y plazuelas amenizando el paseo entre los puestos, instalados recreando el ambiente medieval, al igual que la vestimenta de los vendedores.

MENOS VENTAS La Concejalía de Turismo destina a esta actividad 12.000 euros, que este año presenta varias novedades: ha doblado el número de puestos --es junto al de Toledo, de los mercado de este tipo más grandes--, ha crecido hacia el barrio judío y ha aumentado un día, comenzó el jueves. El concejal de Turismo, Manuel Rodríguez Cancho, declinó hacer valoraciones ayer. La coordinadora de los artesanos, Milagros Azañón, expresó su satisfacción por el desarrollo del mercado. "Es mejor que el de otros años", dijo.

A pesar de esa ampliación, el volumen de ventas no cubría ayer por la mañana las previsiones de algunos artesanos, según apuntó una de las vendedoras. "Este año se nota que se vende menos y eso que Cáceres es una cita importante para nosotros", declaró. Azañón aseguró, por la tarde, que la actividad se animó por la tarde y auguró el mismo ritmo para hoy.

PATATAS EN SANTA MARIA Con dinero o no, merece el paseo. Propuestas curiosas se mezclan con baratijas en todo el recorrido. En Santa María, un grupo de ponis de Calatayud son el foco de atención. Ofrece paseos para niños por tres euros. También, M Carmen la vidente ofrece viajes al futuro de cada cual a través del tarot por 20 euros.

En menos de cincuenta metros, la oferta abarca: fosiles, quesos de Ciudad Real, embutidos de venado, juguetes antiguos, jabones naturales, pizzas naturales, crepes, artesanía en latón, bisutería con cómics, menaje en madera, armas de época de Juan Peña y patatas asadas que, por cuatro euros, sirven unos talaveranos aderezadas con tomate, ali-oli, maiz, zanahoria, atún o queso al gusto.

Las patatas pueden degustarse mientras se descubre el significado de un nombre o se escucha el sonido de ranas encantadas talladas en madera hasta llegar a la plaza de San Jorge.

MALABARISTAS EN SAN JORGE Aquí, Daniel y su grupo de artesanos de malabares de Granada venden palos chinos o enseñan a utilizarlos. La plazoleta es un muestrario improvisado de jabones y aromas naturales, bisutería del zodiaco, cristal o piedras y productos de cuero.

El olor a castañas asadas invita a ascender por la cuesta de la Compañía. Tejas decorativas, pendientes y collares en resina y cobre de Segura de León dan paso al puesto de Luis Miguel Bautí y Saray, del Valle del Ambroz, que asan castañas de La Alberca y venden a un euro la docena.

DULCES EN SAN MATEO Ya en San Mateo y la plazuela de Las Veletas, los aromas dulces se mezclan con el de carnes a la brasa. Esta es la zona del avituallamiento por excelencia. Desde raciones de pulpo o chorizo hasta kebabs (bocadillos árabes) por cuatro euros, montaditos, pizzas artesanas por dos o tres euros, raciones de vieiras o pimientos del padrón acompañados con albariño a no más de cinco euros.

El postre está a escasos metros. Un amplio repertorio de dulces caseros, elaborados a la vista del público algunos, plantean dudas de elección a los golosos. También churros, a pocos pasos, turrón de Jijona o dátiles secos o frescos, éstos llegados desde Israel y que se venden a 10 euros el kilo. Frente a este estand, una jaima bereber permite degustar un té árabe por dos euros, con el vaso de regalo.

No sólo comida. Bisuterías, artículos árabes y un sinfín de productos extraidos del aloe vera con fines terapéuticos o estéticos y llegados desde Almería.

AL BARRIO JUDIO Cada rincón tiene su curiosidad. En la bajada a la judería vieja desde Las Veletas, un puesto comercializa belenes y otras figuras talladas en madera de olivo de Palestina. "Mi cuñado es palestino y su familia se dedica a tallar esta madera que nosotros vendemos aquí", dice el vendedor de Llerena. Amuletos, talismanes, tu nombre en árabe por tres euros y otras fruslerías completan la bajada al Rincón de la Monja.

Allí, más dulces, más collares de semillas, más objetos de cuero, la bisutería en alpaca y cobre de las argentinas Ana y Luna, el relax de las manos de Saray (un masaje de 15 minutos por 6 euros) o el mármol tallado del granadino Antonio García. Un mercado de consumo y sensaciones.