«No está mal, y dada la situación, que hayamos podido instalar nustros puestos en el mercado de navidad ya es algo. Pero la plaza Mayor no es Cánovas», dice Gloria Jabato desde su puesto de artesanía de cuero Artesanía Girasoles. La plaza Mayor no es Cánovas porque a pesar de que se trata de la puerta de acceso a la ciudad monumental, el centro neurálgico de la ciudad está en el Paseo de Cánovas, donde el trasiego es continuo en cualquier momento del día.

«La gente baja a la plaza los fines de semana, pero en el día a día, el movimiento está en Cánovas, porque es donde hay tiendas, bancos...», argumenta. Y el argumento de esta vendedora, con tienda en Cáceres desde hace 18 años y puesto en el mercado navideño desde hace una década, es el mismo que esgrimen todos los vendedores consultados por este diario tras los primeros días de una de las actividades más tradicionales de la Navidad cacereña. Y eso que el público ha respondido durante el puente con una buena afluencia al recinto en todas las jornadas. La duda que tienen ahora todos es si, más allá del fin de semana, la afluencia se mantendrá durante la semana, cuando la plaza Mayor suele tener mucho menos ajetreo.

«Yo entiendo que el ayuntamiento trate de revitalizar esta zona y que a la hostelería le beneficia que nosotros estemos aquí. Pero Cánovas es Cánovas, con muchas más vida alrededor porque es donde está la zona comercial de la ciudad», afirma Mané Miranda, del puesto de artesanía de corcho Inmaculada Polo y miembro de la asociación de artesanos de Cáceres ACAC.

Más seguro

Tras la decisión de trasladar el mercado de Navidad a la plaza Mayor están las condiciones impuestas este año para este tipo de eventos como consecuencia de la pandemia. El ayuntamiento barajó inicialmente la ubicación habitual en Cánovas pero se descartó enseguida porque consideraban que iba a ser complicado controlar las aglomeraciones que se registran habitualmente allí. Se optó por la plaza Mayo por las dimensiones de este espacio. De hecho, el mercado se ha instalado en el centro de la plaza con un vallado que delimita un pasillo de unos tres metros delante de cada puesto y deja libre el resto del recinto para transitar. El acceso está controlado por vigilantes de seguridad que miden la temperatura a todas las personas que acceden y controlan el aforo.

Toma de contacto

«El trasiego en estos primeros días ha sido el habitual, con mucha gente que viene, mira, pregunta. En los primeros días nunca se vende mucho, pero al final van saliendo cosas», dicen desde el puesto de bisutería de Cardamomo, otro de los habituales.

El recinto cuenta esta año con alrededor de 40 módulos y una treintena de establecimientos de ropa, cerámica, cuero, corcho, alimentación y dulces navideños. Alrededor de la mitad son artesanos locales y todos son habituales de este mercado. La disposición de las casetas se ha concentrado y se ha diseñado un recorrido circular con acceso y salida separados, pero ambos en la parte superior, después de que algunos vendedores se quejaran de que la salida se ubicara inicialmente en la parte inferior, lo que les dejaba aislados.

«Para nosotros ha sido un año nefasto», dice Antonio García desde el puesto de golosinas, palomitas y garrapiñadas que desde hace más de 20 años atiende con su mujer. El centro de su actividad son las ferias y este año lo han pasado en blanco, así que aunque hayan perdido su ubicación privilegiada en el mercado navideño junto al bombo de Cánovas, confían en que la Navidad les dé un respiro. «Estamos muy agradecidos porque mucha gente que nos conoce está viniendo a comprar para ayudarnos, pero es cierto que Cánovas es Cánovas», sentencia.