"El calor que entra en mi casa es insoportable; un día me encontró mi marido mareada en la cocina". Benita, de 76 años, vive en un piso de la calle Argentina que hace dos años dejó de ser un hogar confortable en verano. Un buen día comenzó a sentir una temperatura más elevada de lo normal y ruidos en el patio. "Cuando me asomé descubrí que las oficinas de abajo habían instalado cinco aparatos de aire acondicionado, y canalizaban todo el calor y el ruido por el pequeño patio de luces. El sopor entra en mi dormitorio, en el baño, pero sobre todo en la cocina. ¡Con lo fresca que era mi casa...!", lamenta.

Los propietarios de la oficina explicaron a Benita que tenían permiso, pero la comunidad no había celebrado ninguna reunión al respecto. "¿Permiso de qué?", se pregunta. Comenzó entonces un largo periplo para buscar ayuda, hasta que la asociación de consumidores Acuex se interesó por su caso y le informó de los trámites para buscar una solución. "Pero mientras tanto no puedo abrir las ventanas del patio, es horrible. Entramos en la cocina sólo lo necesario porque la temperatura no se aguanta. Me indigna estar así en mi propia casa", afirma.

Benita vive en uno de los pisos más cercanos a la ubicación de los cinco aparatos, cuyos efectos se dejan sentir aún más por el espacio reducido del patio. "Llevamos todo el verano con las ventanas cerradas, a pesar de las temperaturas que estamos alcanzando", revela.

Otro escollo

Pero el matrimonio se encuentra ahora con un nuevo problema. Hace algunos días la comunidad de propietarios celebró una reunión para aprobar o no la instalación de estos aparatos en el bloque, "y no hubo mayoría, incluso yo misma tengo cartas de varios vecinos en contra", señala. Pese a ello, asegura que la presidenta refleja lo contrario en el acta. "Es para desesperarse", lamenta.