Francisco Javier Cañamero huyó a Fuente Fría en busca de un ambiente más tranquilo. "Mi vida cambió desde que me vine aquí, descanso mejor y he ganado calidad de vida desde entonces". Según cuenta, hace seis años cambió su apartamento en el centro de la ciudad por una casa "en la que no tengo lujos, pero tengo esta terraza, un jardincito abajo y lo que no me atrevo es a reformar nada por lo que pueda pasar", aventura.

En los dos años que lleva peleando por su casa se ha gastado en abogados unos 2.000 euros, más los 54.000 que le costó la vivienda. Pero asegura que no cambia ese sitio por nada porque "ves por un lado San Francisco, por otro la parte antigua y en la puerta la Montaña", indica y reconoce: "Esto es un privilegio".

Según explica, lo mejor del barrio es que "todos somos una familia y puedes vivir con las puertas abiertas día y noche". Así, cuenta que recientemente pasó una enfermedad y un posoperatorio que le mantuvo inmovilizado bastante tiempo y que entonces no cerraba nunca la puerta: "Así no tenía que moverme cuando venían mis amigos a verme y mis vecinos podían estar pendientes de mí".

Con 39 años no se plantea más alternativa que quedarse o que le den algo así. "Porque así he elegido vivir", concluye.