9.15 de la mañana. Martes, 29 de octubre. Los niños se han quedado en el colegio. Intentaremos aparcar en el entorno de la Cruz para entrar a trabajar a las 9.30. La ruta que siguen muchos conductores en su proeza diaria comienza en Doctor Marañón para llegar a Maluquer, donde se alinean los primeros estacionamientos al Este de Cánovas libres de zona azul. Descartamos ésta porque no podemos salir cada dos horas a cambiar el coche de sitio. Tampoco lo lograríamos.

No es mala hora. Algunos vecinos del centro cogen el coche para irse a trabajar a otras zonas. Al menos hay movimiento. A partir de las 10.00 sería como buscar una aguja en un pajar. En Maluquer encuentras plaza libre una vez al mes, pero toca intentarlo. El parking de motos y la carga y descarga ya tienen coches con luces de emergencia. Mala señal. Efectivamente está saturada.

Giramos por Antonio Silva (zona azul, también llena) para tomar León Leal. Dos obras han suprimido media docena de aparcamientos. Las reformas son frecuentes en el centro. Tampoco hay suerte. Desembocamos en la Ronda del Carmen. Aquí los coches apuran las esquinas, pisan los pasos de cebra, lamen las cocheras… Esquivamos la ronda metiéndonos por Álvaro López Núñez, la calle que lleva a las traseras del mercado de abastos. Todo el lateral izquierdo de aparcamientos ha sido suprimido: unas 30 plazas. A la derecha se amontonan los turismos, ni qué decir en la plazuela del mercado, que realmente parece un parking.

Salimos de nuevo al cruce con Ronda del Carmen. Un minuto de espera. Enfilamos Reyes Huertas, donde hay más posibilidades solo porque hay más plazas. Imposible. Son las 9.21. Un afortunado logra un hueco junto a un paso de cebra. Apenas lo pisa. ¡Vaya suerte! Eso no tiene multa. Seguimos subiendo. Nada de nada. Giro hacia Arturo Aranguren. Un camión entra en la carga y descarga y paramos otro minuto. Más adelante, la segunda carga y descarga está ocupada por turismos con las luces de emergencia. Otra vez enfilamos Ronda del Carmen....

...Y revueltas

Hay que desviarse por la calle Badajoz para probar suerte. Son las 9.25. Vamos mal de tiempo. Aquí existen esquinas estratégicas que se pueden apurar, pero ya se han adelantado otros. Basta un vistazo a la calle Palencia para comprobar que está llena. La calle Málaga, ídem. Vuelta a Reyes Huertas y de nuevo en Arturo Aranguren. Llegamos por tercera vez a Ronda del Carmen y en este punto hierve la sangre al ver la enorme carga y descarga de la parte superior de dicha calle, ocupada por cuatro furgonetas. Cada día lo mismo. Deberían revisarlo.

Ahora recorremos entera la Ronda del Carmen. Imposible. Otra subida por Reyes Huertas. Es momento de ir a la zona del caos, donde todo es posible. Se trata de un grupo de calles de los antiguos pisos sindicales a las que solo se accede por una estrecha y empinada cuesta que da a Bellavista, donde se apiñan un centenar de vehículos. Quizás sea el sitio de Cáceres con más probabilidades de que el coche salga rayado. Pero hoy ni siquiera se puede acceder. Un turismo ya tapona parte de la cuesta.

Seguimos por Médico Sorapán, luego Antonio Hurtado (aparcar aquí es una quimera) y entramos por la calle Badalona a buscar calles secundarias. Son las 9.35 horas. Vamos fatal. A estas alturas hemos emitido demasiado CO2 buscando aparcamiento. Luego dicen… La conductora de delante debe ser la más feliz del mundo porque ha encontrado un hueco en batería frente al antiguo Sexpe. Otro retraso. Un paso más por Reyes Huertas, tercera visita a Arturo Aranguren. Cuarto recorrido por Ronda del Carmen. A estas alturas piensas seriamente en la opción del patinete… pero los niños no caben. Llegamos a Reyes Huertas que ya parece nuestra casa. El coche se conduce por inercia.

A las 9.38, cuarto intento en Arturo Aranguren y… ¡por fin sale un coche! Miras el espacio, es amplio, es fácil, algo falla… Y ahí está: una señal con un cartel. Anuncia una mudanza… ¡para mañana! Son las 9.40. Hemos estacionado. Con suerte y una carrera estaremos en la oficina a las 9.45. Hoy lo hemos logrado. Mañana da igual. Lo mismo hay despidos por llegar tarde.