Parece que fue ayer cuando nos visitó el papa Benedicto , recuerdo perfectamente una de aquellas tardes del verano del 2011, unos meses después del 15M cuando en la puerta del sol, se encontraron indignados y seguidores de la "Jmj" de todo el mundo.

Me resultó surrealista ver como en medio de una gran manifestación, entre los gritos de protesta; un grupo de seis jóvenes estaban rezando, de rodillas, uno de ellos sosteniendo una cruz, frente a ellos había un manifestante sin camisa, sentado en una posición de meditación, expectante. Al llegar la manifestación a la Puerta del Sol sentí verdadera tensión, parecía que se iban a liar a golpes, menos mal que tan solo todo quedó en voces, unos coreaban a favor de Benedicto y los otros en contra. Diálogo exaltado, pero al fin y al cabo diálogo.

Aquella tarde había un férreo control policial que estableció un cordón, línea de separación entre aquellos grupos de personas separados por unos ideales, en apariencia, diferentes.

En el fondo no había muchas diferencias, ni tan siquiera exteriores: me llamó profundamente la atención ver a un grupo de franciscanos verdaderamente pobres, con los pies sucios, con los hábitos remendados, junto a unos perroflautas; también con esa imagen que denota una mayor focalización en el interior descuidando su aspecto exterior.

Parece ser que aquellas oraciones, aquellas manifestaciones; se adhesionaron y fueron escuchadas. Dos años después la línea de separación es cada vez más estrecha. Al fin y al cabo somos personas que buscamos la unidad, la igualdad.

Espero que todos tengamos presente los mensajes que el pasado fin de semana ha lanzado el Papa desde Brasil, desde la playa de Copa Cabana, donde había más personas que granos de arena. Parece ser que los milagros existen, escuchar mensajes de la boca de una de las personas más poderosas del planeta como erradicar el hambre, abandonar la cultura del egoísmo; resulta muy esperanzador y estoy seguro que llegaremos a verlo, aunque tengamos que ir a rezar a los bancos, a los congresos...