Miles de cacereños se echaron ayer a la calle para despedir a su patrona. La Virgen de la Montaña, ataviada con sus mejores galas, un manto de terciopelo rojo bordado en oro que lució por primera vez en el retorno a su santuario tras el novenario del año 1998, regresará a su ´casa´ de la Montaña tras haber permanecido en su ´casa´ de la ciudad, la concatedral de Santa María, durante 14 días, una semana más de lo habitual con motivo de la celebración este año del centenario de la declaración del patronazgo canónico de la Montaña sobre la ciudad.

Aunque el día era algo frío, cientos de personas la arroparoncon gran devoción e inmenso cariño en todo su recorrido, que en esta ocasión presentó algunas imágenes novedosas, como la visión de la talla en sus andas con la nueva glorieta de San Francisco al fondo o la de su bajada por la recientemente remodelada calle de Mira al Río. En ésta los hermanos de carga que la portaban en ese momento se vieron sorprendidos por un tramo algo más estrecho y empinado que el año pasado, pero que superaron con una gran maestría.

Momentos antes, como cada año, Victoria Galeano, vecina del número 2 de esta calle, volvió a cumplir con la tradición que le transmitió su madre y que ella ya ha transmitido a su hija, de soltar dos palomas blancas al paso de la Virgen y a gritos de ¡Viva la patrona de Cáceres!, !Viva la Virgen de la Montaña!.

EL RECORRIDO A las nueve de la mañana la Virgen de la Montaña, con su manto de terciopelo rojo bordado en oro, y su corona de plata dorada que se hizo en 1924 con las joyas que sobraron de la corona que la ciudad le regaló con motivo de su coronación canónica, salió de la concatedral. Los 30 hermanos de carga del primero de los cuatro turnos establecidos para el recorrido portaban sus andas de plata repujada, regalo de la Real Cofradía de Nuestra Señora la Santísima Virgen de la Montaña en 1964 y restauradas en 1999.

Comenzaba la esperada ´procesión de subida´. El desfile lo abrió un estandarte que le ha regalado la ciudad con motivo del centenario. Blanco y bordado en oro, representa la imagen de la Virgen y la cita "Madre de la Divina Gracia", que es su título teológico. Lo portaba uno de los hermanos mayores y dos niñas, a los que seguían los cofrades más pequeños, todos ataviados con las túnicas azul cielo, y las capelinas y guantes blancos que salpicaban todo el recorrido.

Entre los cofrades desfilaban delante de la Virgen cientos de cacereños, miembros de la corporación y autoridades militares. Las andas las custodiaban guardias civiles, y a la Virgen la seguía el obispo de la Diócesis y otras autoridades eclesiásticas. La procesión la cerraban los integrantes de la banda de música.

Tras su paso por la plaza Mayor, donde los hermanos de carga sitúan las andas en dirección a la fachada del ayuntamiento como un acto simbólico de despedida de la patrona a la ciudad, y la calle Pintores --engalanada en su acceso desde la plaza con un arco de hojas y flores--, plaza de San Juan, Sergio Sánchez, Pizarro, Fuente Nueva y Mira al Río, la procesión llegó a Fuente Nueva, fin del recorrido y zona que soportó, como cada año, la mayor afluencia de público, "aunque este año también nos ha sorprendido el elevado número de personas que esperaban en la plaza Mayor para ver a la patrona", indicó un miembro de la junta directiva de la cofradía.

En Fuente Concejo se revivieron dos de las tradiciones más emblemáticas: el momento en que un hermano de la cofradía devuelve al alcalde el bastón de mando de la ciudad que él le entregó a la Virgen el día de su bajada, y el baile de la imagen por los hermanos al tiempo que se canta el Redoble.

PROTESTA En la procesión de subida de este año, a las imágenes novedosas y a las de ancestral tradición se sumaron también algunas de protesta. Entre éstas la que protagonizó un grupo de mujeres que en Fuente Concejo recibieron a la Virgen con pañuelos blancos y gritos de viva la patrona, pero también con los de "igualdad para las mujeres". Entre ellas se encontraba la madre de Nazareth Paniagua, la joven que con su queja por no dejarle cargar a la Virgen en la procesión del año pasado motivó el referendo que el sábado celebró la cofradía y que dio como resultado un no a la modificación de estatutos y, por tanto, un no a que las mujeres puedan ser hermanas de carga.

No pueden cargar salvo en el tramo comprendido entre las ermitas del Amparo y el Calvario, conocido como tramo del pueblo . En éste puede cargar todo el que lo desee, sea o no hermano de la cofradía, pero este derecho lo monopolizaron en la jornada de ayer las cacereñas, mujeres de todas las edades que se hicieron en él hermanas de carga.

En el Calvario las andas volvieron a los hombros de los hermanos, que hicieron el recorrido final con gran ímpetu, provocando la admiración y los aplausos de los peregrinos. A su llegada al Santuario, la Virgen de la Montaña fue recibida por la música y los cantes de los integrantes del Coro Rociero de Cáceres.

Las canciones, vítores y aplausos acompañaron la entrada de la imagen en su templete y dieron paso a la misa con la que, un año más, se despidieron las fiestas de la patrona de Cáceres.