Era evidente que el recelo por el coronavirus no podría con Jesús Nazareno, una talla que a lo largo de 411 años ha vivido situaciones mucho más dramáticas. Como las dos epidemias de peste del siglo XVII que obligaron incluso a realizar bajadas extraordinarias de la Virgen de la Montaña, o la epidemia del tabardillo que afectó a Cáceres en el siglo XVIII, y sobre todo las cuatro oleadas del cólera del siglo XIX. Los fieles tienen tantas cosas que contar, pedir y agradecer a Jesús Nazareno que el coronavirus no les iba a hacer faltar a su cita anual con el besapié, que, eso sí, ha sustituido el tradicional beso por un gesto de respeto: muchas personas hacen una ligera inclinación de cabeza, mientras que otras aprovechan para arrodillarse ante la imagen.

Se trata además de una ocasión muy especial: el 80º aniversario de este culto. Por ello, la cofradía de Jesús Nazareno, la más antigua de la ciudad, fundada en 1464, prolongará el besapié durante dos jornadas (ayer y hoy, de 8.30 a 23.00 horas en la iglesia de Santiago), y agasaja a los fieles con una medalla a modo de escapulario con las imágenes de Jesús de Nazareno y la Virgen de la Misericordia, además de la habitual estampa con la oración del pregonero de la Pasión, este año José Ignacio Sellers.

La cofradía ha seguido las recomendaciones del obispado y ha puesto un cordón ante la imagen para invitar a sustituir el beso por otros gesto, pero a cambio, dado que el Nazareno no tiene que estar en posición tan elevada, se ha colocado mucho más próximo a los fieles, que pueden admirar de cerca la impresionante talla realizada en 1609 por Tomás de la Huerta, cuyo realismo, historia y calidad artística hablan por sí mismas. Pero sobre todo destaca la devoción que ha despertado durante cuatro siglos, en los que sucesivas generaciones de cacereños han presentado sus anhelos y desvelos ante esta imagen. Ayer llevaba su túnica bordada en oro por las monjas mercedarias de Sevilla, y la cruz de carey con remates de plata realizada en los talleres hispalenses de Pedro Barrés en 1765.

Hacia las 20.00 horas ya habían pasado 5.000 personas, un número ligeramente superior al de ediciones precedentes. Ayudó el día soleado, ayudó el 80ª aniversario, y quizás ayudó esta situación anómala que reafirma en muchos su determinación de no faltar a Santiago el segundo viernes de Cuaresma, que se convierte cada año en la cita más multitudinaria previa a las procesiones.

«CON MUCHO CARIÑO» / «Hemos hecho en todo momento una llamada a la tranquilidad y estamos percibiendo la misma sensación entre los fieles, que se acercan de modo muy respetuoso, con mucho cariño, a Jesús Nazareno», destacó ayer el mayordomo, Eloy Remedios. La hermandad ha adaptado la denominada puerta de los peregrinos para que todo el mundo, tenga o no una discapacidad, pueda entrar en Santiago. Ayer acudieron también diversos colectivos, entre ellos el Coro Rociero, que cantó cuatro oraciones a Jesús Nazareno y a la Virgen de la Misericordia.

El besapié continuará hoy desde las 8.30 ininterrumpidamente con misas a las 12.30 y 19.30 horas, y confesores disponibles durante la mañana y la tarde.