En El Crepúsculo de los Dioses (Billy Wilder, 1950) se conoce el final de la historia desde la primera toma. El protagonista, quien nos introduce en lo sucedido con su voz en off, aparece muerto en una piscina. Pero saber el final no le resta interés. Con el proyecto de la mina de litio de Cáceres pasa igual. Desde el principio se sabe el final porque una explotación de este tipo y tamaño, a cielo abierto, no subterránea como la que se explotó en esta zona en el pasado, y tan pegada a la ciudad no es posible, salvo que se decida trasladar Cáceres a otro emplazamiento.

Esta semana han ocurrido varios hechos que nos indican que esta historia, de la que aún quedan por ver muchos capítulos, se encamina hacia ese final.

Un hecho de esta semana es que el ayuntamiento volverá a informar en contra, en este caso del permiso de investigación de los recursos mineros en el sitio donde se proyecta la mina (autorización clave porque de la misma se puede derivar la solicitud de explotación de la mina). A esto se suma el acuerdo adoptado por el pleno de la corporación local en el que se insta a la Junta y al Gobierno a que protejan Valdeflores y su entorno.

La valoración del ayuntamiento no es definitiva, no pone fin a esta historia. Pero con lo anterior se lanzan dos mensajes. El primero es que la norma municipal que protege este espacio no se cambiará y sin su modificación no se entendería una declaración de impacto ambiental positiva. Aquí no interviene ni Bruselas ni Madrid. La competencia de ordenar su territorio la tiene Cáceres. Y la de Minas, con el informe ambiental cuando se tenga que decidir si se da la concesión de explotación, Mérida. El segundo mensaje es que la mayoría de la población, a través de sus representantes políticos, ha dicho que no quiere la mina. Los concejales que votaron en contra del proyecto fueron elegidos por el 80,5% de los votantes en las elecciones locales de 2019, incluso este porcentaje sería algo mayor porque ediles que salieron elegidos en la candidatura de Ciudadanos, único partido que no votó en contra, ya no están en esta formación y se han posicionado claramente en contra de la mina.

Otro hecho ocurrido esta semana es que se ha conocido la respuesta que el Gobierno da a preguntas del senador del PP José Antonio Monago. En esa contestación se afirma que para el Ministerio de Industria y la Junta el impulso de proyectos para la extracción de litio estará supeditado a que «exista un claro consenso social y apoyo por parte de las comunidades en las que se vaya a implementar». Y al principio de la contestación se afirma que en Extremadura hay cuatro grandes yacimientos de litio.

Dos conclusiones. La primera es que sin un claro consenso social no hay mina y en Cáceres no hay consenso social. Después de más de tres años, esto parece bastante claro. La segunda es que hay alternativas a Valdeflores para con la extracción de litio en la región impulsar proyectos industriales, que es lo que pretende el Ministerio de Industria en coordinación con la Junta. Valdeflores es importante, pero no es el único yacimiento, aunque una de esas alternativas también está en el municipio de Cáceres, El Trasquilón, situada al sur de Valdeflores y más alejada del casco urbano.

Y hay un tercer hecho. Esta semana el comité provincial del PSOE ha hecho público su rechazo al proyecto. El PSOE de la provincia de Cáceres «tiene claro que un proyecto que no cuenta con el respaldo social, como es el que se propone en la ciudad -Valdeflores-, no puede ser viable», según se expone en el comunicado con los principales acuerdos del comité. No es el primero que se anuncia, pero tiene un valor especial porque no solo es que se oponga el alcalde de Cáceres, del mismo partido, sino que los dirigentes del PSOE en la provincia están diciendo no a la mina y este partido es el que gobierna en la Junta. Una mitad del PSOE extremeño le está diciendo a la otra que no quiere la mina. Y hay más: se lanza el mensaje político de que el PSOE de Cáceres no apoyará Valdeflores, pero sí la mina de Las Navas, en Cañaveral.

La empresa que promueve la mina, Infinity Lithium, está en su derecho de promover el proyecto, y más en una ciudad necesitada de inversiones, y se le tiene que dar las garantías de que su expediente se tramitará escrupulosamente. Y Cs lo que pide es que se tengan todos los informes para luego opinar y sobre todo sobre si la protección que el ayuntamiento da al suelo está justificada.

Pero la ciudad está ahí, pegada a la mina que se proyecta, no se puede cambiar de sitio, no se puede buscar otro emplazamiento para llevársela. Esta historia terminará como empieza, con el protagonista muerto flotando en la piscina, salvo que nos sorprenda, se levante y ande sobre el agua.