Casar de Cáceres no es un pueblo de la periferia, sino una prolongación de la ciudad feliz . Uno va a Malpartida, Sierra de Fuentes o Arroyo y nota que ha salido de Cáceres, pero entra en Casar y aquello parece la continuación de Aguas Vivas. Ya he escrito en varias ocasiones que los de Casar suelen ser los más listos. No se trata tan sólo de que gobiernen la diputación o Veterinaria, la facultad estrella de la Uex. Su poderío está certificado por la historia y data de 1281, cuando Sancho IV hizo caso a sus protestas, les permitió adehesar las tierras que rodeaban el pueblo, que hasta entonces controlaban los de Cáceres, y puso así la base de su independencia y su pujanza ganadera.

Los casareños siguieron ganando pleitos a los cacereños: a finales del siglo XV, para poder vender su vino en la capital o en 1492, cuando acabaron con la costumbre servil de tener que dar de comer a los 12 regidores de Cáceres cada vez que se acercaban al pueblo. Y así van pasando los años y Casar de Cáceres no pierde ocasión de demostrar a Cáceres que si la capital es la ciudad feliz , ellos son el pueblo contento .

La patata frita

Mientras la arquitectura pública cacereña se adocena, Casar estrena su estación de autobuses vanguardista que se ha convertido en destino de excursionistas modernos y tiene los retretes más psicodélicos de la región y un bar de diseño total donde te dan pinchos de nouvelle cuisine como barquitos de tortilla de patata bañada en gazpacho (no se olvide nunca que las raíces culinarias del restaurante Atrio están en Casar).

Durante los últimos ocho días, Casar de Cáceres celebró sus fiestas patronales y no se anduvieron por las ramas para pregonar El Ramo: se trajeron a una ministra a la tierra del Ministro. Sí, porque María Antonia Trujillo, ministra de Vivienda, fue la pregonera, pero en Casar ya tienen Ministro desde antiguo. Se trata de Pedro Beltrán, conocido por su empresa de cocinas Decobi, que es apodado el Ministro , siendo su esposa, Claudia, naturalmente, la Ministra .

El remoquete le viene de que su padre aseguró en cierta ocasión que mandaba más que un ministro, o porque cuando su padre nació mataron a un ministro, o pasó un ministro por Casar... Las versiones sobre el apodo son varias, pero todas valen y lo único importante es que Casar tiene Ministro .

Para entender el poderío de este pueblo contento , hay que acercarse por allí durante sus fiestas. Pedro Beltrán y Claudia son propietarios de un local donde tiene sus reales la peña Rincón Casareño. Pero en el pueblo hay una treintena de peñas, cada una con su local, sus comidas y sus bebidas.

En la peña del Ministro son 29 socios que ponen 100 euros cada uno para dar de comer, de beber y de bailar a sus invitados. Contratan a Ana, una estupenda cocinera casada con el gran cantaor flamenco Julián er Tacones, que para no ser menos, se acerca a la ciudad feliz en Semanas Santa a llevarse su premio de saetas.

Ana prepara un plato cada día (arroz con pollo, sopas de tomate, cocido) y por allí acude la cr¨me de la cr¨me cacereña: Julio Márquez de Prado, presidente de la Audiencia (Tsjex), las políticas Pilar Merchán y Ana Guerra, Joaquín Hergueta, decano del Colegio de Abogados, y su encanto de esposa, Ana Garde, Pepe Mateos, director de Caja Badajoz.

En el Rincón Casareño son agasajados por los peñistas de pro: Alberto, de Top Campo, Toñi, Inma Torrero, Angel Ordiales, Casto Madrid, Carmen Sevillano, no la de las ovejitas, sino la auxiliar de Radiología del hospital, Eva Núñez, directora de Perséfone Teatro, Gabri, Julio y Eugenio hijos de Asunción Tovar, popular y bella adivinadora, y empresarios de Construcciones Main, o Juan Andrés Tovar, peñista excelso, Presidente de la Diputación y máximo representante del poderío casareño del siglo XXI.