El cáncer no es una batalla, es un duro viaje. A veces es bueno refugiarse en el ánimo cuando se ha llorado todo. Entonces uno se pone a buscar historias inspiradoras que frenen esa tentación de navegar en las cloacas de las redes buscando quien se compadezca de ti. Y se tira del talento, de la fuerza de la música, que al final es trabajar con cosas hermosas y buenas: un recuerdo, la mirada del pasado, aquel gesto que aún se guarda en tu memoria como un pequeño tesoro, la mano de tu madre mientras te acariciaba el pelo, la sonrisa de tu padre cuando volvía del trabajo.

Es duro perder por culpa del cáncer a quienes tanto te cuidaron, y aun más si la despedida se produce siendo un niño. Enrique Rodríguez García tiene 26 años, pero un recorrido vital tan de ida y vuelta que sus letras, los acordes, su propia voz mientras se desarrolla esta entrevista acaba tocándote en lo más profundo. Es un regalo escuchar a Kike (ese es su nombre artístico, un Kike más en el panorama musical, Kike Santander, Kike González... ¿se acuerdan?); pero este Kike tiene algo que lo diferencia de los otros: la madurez de los 26. Porque a los 26 también se puede ser adulto; ese momento en el que dejas de quejarte y poner excusas, cuando la mirada es más libre y la vista más amplia y más serena.

Kike comenzó con 13 años a tocar la guitarra; desde entonces no puede salir a comprar el pan sin música, preferentemente de Supersubmarina, Izal o Viva Suecia. El verano pasado editó, de la mano del productor Jorge Quesada, ‘Solo 3 segundos’. Una de las canciones del disco lleva por título ‘Medusa’. En la mitología griega, Medusa era la única mujer mortal de las tres gorgonas. Las Gorgonas vivían al Occidente del mundo, en una zona cercana a la que los griegos consideraban que se hallaba el reino de los muertos y, por este motivo, su vinculación con el mundo de la oscuridad y la muerte es una constante en las leyendas.

La inspiración

En Medusa se inspiró Kike y convirtió la metáfora en obra de arte para hablar del cáncer. «Cuando tenía 5 años mi madre murió; cuando tenía 12 falleció mi padre. Ellos se merecían este himno». Su hermana y él se quedaron al cuidado de sus abuelos paternos. «La vida me lo ha puesto un poco fastidiado porque a esa edad no entiendes por qué tus padres se han ido».

Cuando se hermana cumplió años, Kike estaba indeciso en qué regalarle, entonces compuso ‘1989’. La primera estrofa dice: ‘Dichosa niñez que nos enseñó a perder’. La pérdida, sin embargo, es siempre una manera de ganar. La experiencia que da el conocimiento ayuda a construir tus cimientos. Y eso le ha pasado a Kike, que estudió Historia en Cáceres, estuvo de Erasmus en Nápoles, perfeccionó su inglés en Inglaterra y cursó un máster en Egiptología; y ahora en Sevilla otro de Arqueología.

En verano regresará a Cáceres, pero antes de eso, hoy a las diez de la noche en el Indie Pendent Club de la calle Atarazanas de Mérida ofrecerá un concierto. Y encima, la copa de Estrella Galicia la servirán a 1 euro.