La localidad de Montánchez se volcó ayer para dar el último adiós a su vecina María José Ojeda Pavón, la joven de 23 años que fue atropellada este viernes en la capital cacereña cuando cruzaba un paso de peatones en la avenida de la Hispanidad, concretamente a la altura de la estación de autobuses, hacia donde se dirigía.

La iglesia de San Mateo albergó la misa funeraria, que arrancó a las 17.00 horas y a la que asistió prácticamente todo el pueblo. Los vecinos que ya no podían entrar a la parroquia, por la cantidad de aforo que había en el interior, se aglutinaban en los alrededores. Lágrimas, caras cabizbajas... Montánchez despidió ayer a una de los suyos. Una chica joven que será recordada por su alegría y su compañerismo. «Era encantadora. Aunque estuviera cansada le encantaba salir y siempre quería que contáramos con ella para todo. Era muy alegre», comentó con la voz entrecortada una de sus amigas de la infancia.

Como ella, otra veintena de amigos, que le trajeron flores y peluches a María José, acompañaron a la familia tanto en la misa, que finalizó sobre las 18.15 horas, como en el entierro que tuvo lugar en el cementerio de la localidad. Igual que sus amigos, también sus compañeros de la asociación Al Compás, a la que pertenecía la joven, acudieron a dar el pésame a sus familiares.

El cantante Huecco, uno de los músicos favoritos de María José y que colabora con Al Compás, también se desplazó desde las Hurdes, donde vive, para estar presente en su último adiós. «Estoy muy afectado. Justo acababa de pedir una canción mía a una chica de Al Compás para que la pusiera este lunes en la furgoneta. Lo puso por Whatsapp; me lo acaban de enseñar y me he venido abajo. Enhorabuena para el pueblo de Montánchez, que ha acudido en masa a despedirla; ella no merecía menos», remarcó el cantante, visiblemente emocionado.

Hoy, la asociación Al Compás rendirá un pequeño homenaje a María José. Lo hará minutos antes de comenzar la ruta solidaria por la diversidad funcional que partirá a las 9.00 horas desde la plaza Mayor. Los que eran sus compañeros dentro del colectivo pronunciarán algunas palabras en su recuerdo y, además, portarán un distintivo negro en sus dorsales como acto de luto.