Solo él sabe lo que sus ojos han visto. La historia de Moumine Kone, un maliense de 33 años que llegó en 2008 a Cáceres huyendo de la guerra en su país, es de esas que ponen los bellos de punta. Después de casi ocho años en España, Mou asegura que ha "aprendido mucho", llegó sin saber nada de castellano y acaba de terminar de escribir un libro sobre su vida, 'Tiene sentido luchar', que espera poder publicar en un futuro próximo. Sin embargo, sigue echando de menos a su hermano menor --de 27 años--, que reside en la capital de Mali y está a punto de acabar la carrera de Medicina.

"Es una de las mayores alegrías de mi vida. Yo no pude estudiar, pero él sí", confiesa Mou, que ha tenido que pasar muchos sacrificios para cuidar de su hermano y de él mismo.

"Mis padres murieron en la guerra cuando yo tenía 8 años", desvela con la voz entrecortada al recordar esa tragedia. En ese momento, Mou y su hermano se quedaron solos en la vida. "No sabía que hacer. Si solo hubiera dependido de mí podría haber aguantado más de cualquier manera pero tenía que cuidar de mi hermano. El necesitaba comida, zapatos, estudios..." Así que Mou comenzó a emigrar con solo 13 años.

Primero llegó a Costa de Marfil, donde estuvo durante un tiempo trabajando en el campo. Después, con 16 años, volvió a su pueblo, Fadian, allí recogió a su hermano y se mudaron a la capital de Mali. Allí, pasados unos años, Mou decide intentar cruzar a España en busca de un futuro mejor.

"Vine en patera. Viajaba con 46 personas más. Pasamos cuatro días y cuatro noches en la patera, viajando desde Mauritania hasta Canarias, sin comida y sin agua de beber. Parece que fue ayer", subraya. Mou nunca había montado en una patera, "no sabía que era así", dice, "pero hay una mafia que engaña a la gente. Te dicen que viajarás en un barco hasta España, pero no es así. En mi caso nos metieron en una patera dándonos como explicación que un barco grande no se podía acercar tanto a la orilla, que más adelante nos recogía un barco. Pero nunca apareció ningún barco. Fue un milagro que llegáramos todos vivos porque la patera que sale no vuelve, queda destrozada", asegura Mou, que perdió todo a manos de la mafia. "Me quitaron la maleta, mis fotografías de mi familia... Llegué con lo puesto".

Un año en paro

Después de llegar a Canarias, pasó seis meses en el Colectivo La Calle, en Madrid. "Entonces una chica me habló de Cáceres, de la posibilidad de encontrar trabajo aquí y me vine". En la capital cacereña, Mou ha trabajado como albañil en el sector de la construcción, de jardinero e incluso cuidando a personas mayores, pero los inicios no fueron fáciles y ahora lleva casi un año en paro. "Desde marzo del 2015 no trabajo y estoy un poco preocupado. Al principio fue duro, no conoces a nadie ni hablas el idioma pero gracias a colectivos como Cáritas me he integrado. Todos los días iba a clases de español a la Universidad Laboral. Cuando llegué a España no sabía ni leer ni escribir y ahora soy un hombre libre en ese sentido", confiesa.

No obstante, este maliense aún no dispone del documento que le acredita como refugiado, ya que lleva solicitándolo desde hace tres años, renovando la petición cada tres meses pero sin recibir respuesta favorable o desfavorable sobre su asilo político. Simplemente se le prorroga la petición, algo que Mou no comprende y quiere resolver cuanto antes.

Asimismo, la situación en Africa tampoco mejora. "Mi país esta peor que cuando me fui. Hay cinco grupos terroristas diferentes que controlan muchas zonas del país, asesinan, cortan brazos o piernas...", revela Mou, que sueña con poder traer a su hermano con él. Algún día Mou, algún día.