La intoxicación letal por monóxido de carbono (CO2), más conocida como muerte dulce provoca numerosos accidentes mortales al cabo del año. El CO2 es un gas muy peligroso que sólo se puede detectar por medio de sensores, debido a que es incoloro, inodoro e insípido. Por ello, puede causar la muerte cuando se respira en niveles elevados sin que los afectados se den cuenta, ya que se entra en un estado de sopor, que no da sensación de ahogo ni de asfixia, de ahí que se conozca por muerte dulce : el cuerpo se va quedando sin oxígeno sin darse cuenta.

Según las declaraciones del experto José Antonio García-Andrade, médico forense, en la revista Consumer, "en la mayoría de los casos las víctimas no se percatan de lo que está ocurriendo, y en el supuesto de que se den cuenta, la inhalación les provoca una parálisis en las piernas, que les impide salir corriendo".

El CO2 se produce en la combustión de materiales como butano, propano, gasolina, madera, carbón o petróleo. Tanto las calderas, calentadores de agua, aparatos domésticos como las estufas, e incluso los automóviles, pueden producir escapes de monóxido de carbono.

La intoxicación se produce cuando el CO2 se combina con la sangre a través de los pulmones mucho más fácilmente que el oxígeno, e impide de este modo que la hemoglobina transporte el oxígeno a las células, por lo que el organismo no puede obtener la energía necesaria para seguir sobreviviendo.

Algunos de los síntomas que se producen por intoxicación, en función de la cantidad inhalada, son: dolor de cabeza, irritabilidad, confusión, comportamiento grotesco o caprichoso, dificultad respiratoria, desmayos, mareos, pulso acelerado del corazón, dolor torácico, convulsiones, visión borrosa, desorientación, pérdida del conocimiento, coma, paro cardiaco y fallo respiratorio, etcétera.

Daños irreparables

La exposición al monóxido de carbono, en un periodo breve, puede producir daños irreparables, desde cambios de humor y cefaleas permanentes hasta lesiones neurológicas. Si la persona afectada presenta síntomas de deterioro de la capacidad mental después de dos semanas, hay una escasa probabilidad de que se recupere completamente.

Para evitar el envenenamiento por monóxido de carbono no hay que dejar nunca un espacio cerrado sin ventilación, y por ejemplo, aunque la estufa funcione bien, debe haber una renovación constante del aire en el espacio interior. Si no se renueva, el oxígeno del aire se consume y puede haber riesgo de asfixia. Si la persona ha dejado de respirar, hay que suministrarle la respiración artificial.

Si se producen síntomas por intoxicación de CO2 la persona debe salir del lugar donde está y respirar aire fresco. Para obtener una mayor tranquilidad lo mejor es acudir a un hospital y explicarle al médico qué podemos estar intoxicados por monóxido de carbono. El envenenamiento se puede diagnosticar a través de una prueba de sangre. Nunca hay que minusvalorar los síntomas por pequeños que sean, ya que ignorarlos puede causar la muerte.

Al acudir al hospital, los médicos deberán administrar oxígeno, controlar los signos vitales y en algunos hospitales ya existen instalaciones apropiadas para llevar a cabo la oxigenoterapia hiperbárica, que permite administrar al paciente oxígeno puro a una presión superior a la atmosférica, muy eficaz en casos de intoxicaciones por inhalación de gases.