De mujer a mujer porque una mujer (la alcaldesa), dio a otra mujer (la que se simboliza en la talla de Santa María de la Montaña), el bastón de mando de la ciudad, acto que tradicionalmente acredita la condición de alcaldesa honoraria que la patrona ostenta durante el novenario. Y aunque suene ridículo teniendo en cuenta el afán de esta sociedad de caminar hacia la plena igualdad, lo cierto es que ayer fue noticia el paso de una mujer por la procesión.

Carmen Heras ofreció un discurso moderno sin perder la tradición. Con un toque progresista, dijo que los actos de la patrona no son solo una devoción religiosa sino una manifestación cultural de la ciudad de "significado especial" al margen "de las correctas y oportunas creencias de cada uno". Recordó como en "socorro" de la Virgen acudieron muchos cacereños "en tiempos difíciles cuando solo una intervención divina podía solucionar problemas que la lógica había desestimado".

Tras asegurar que la Montaña es algo más que "nuestra patrona", es además el símbolo cultural y la representación de la memoria histórica de esta ciudad, la alcaldesa dio la bienvenida a la Virgen y lanzó un guiño a su cofradía y a la "infatigable labor de sus miembros" desde su creación en 1635. A la hermandad agradeció el reto "de mantener viva la presencia de la Virgen en el credo popular de la ciudad".

Finalmente, Heras pidió a la patrona que ayude a los cacereños a ser solidarios con los diferentes, generosos con los desheredados, gentiles con los extraños y ante todo sensibles y respetuosos con la libertad de aquellos que nos rodean. "¡Cacereños, viva la Virgen de la Montaña!", concluyó.