La policía local cacereña no se anda con chiquitas y ayer libró con éxito una operación contra un conductor que se saltó el estado de alarma con la excusa de que iba a una finca a echar de comer a los caballos. Sucedió en la rotonda de la carretera de Badajoz donde los agentes, al percatarse de que el vehículo se saltaba el control, emprendieron una persecución. Finalmente, lo interceptaron y fue propuesto para sanción por una cuantía de 1.500 euros.

Precisamente ayer el alcalde, Luis Salaya, en su última comparecencia de la semana, reiteró que hasta el próximo domingo habrá un amplio dispositivo conformado por la policía local, nacional y guardia civil, el cual extremará las medidas de control de entradas y salidas de vehículos de la ciudad coincidiendo con el inicio de las vacaciones de Semana Santa. De hecho, los agentes realizan rastreos y revisan los maleteros.

El regidor hizo referencia a la circular no oficial y de ámbito privado que por error trascendió el jueves desde la Benemérita en la que se anunciaba ‘el cerramiento’ de Cáceres, algo que desde la propia comandancia luego se desmintió y se aclaró que se trataba de un control puesto en marcha con motivo de la crisis sanitaria con la intención de poner freno a los viajes a segundas residencias.

Salaya recordó que estas acciones llevan en marcha semanas y lamentó que esa circular trascendiera en las redes sociales. «Hay que ser cuidadosos y quién haya filtrado ese documento tendrá que hacer análisis de conciencia». El mandatario añadió: «Supongo que se habrá hecho sin ninguna mala intención, pero se asustó a la población más de lo debido».

El dirigente reiteró que «Cáceres no se cierra» e insistió en que confía en que esa medida tan extrema no se aplique, aunque sí se han tomado decisiones «drásticas» para «cerrar Cáceres a desplazamientos no autorizados». «Seremos duros y tajantes». La ciudad «no se encuentra en un tratamiento especial como sucede en otras, puesto que no estamos en la peor situación».

Eso sí, las sanciones por burlar el estado de alarma continúan y este jueves se impusieron 20, nueve por estar en la calle sin justificación, otras nueve por circular sin motivo creíble y las dos últimas por exceder el tiempo de pasear al perro. La dureza de los controles no es una broma.

Por otro lado, el alcalde se congratuló de que los test realizados a policías locales por el covid-19 han dado negativo y que se está solo a la espera de un nuevo resultado. Por el momento, hay 19 negativos y 10 positivos, que se encuentran en casa y mejorando de forma notable, incluso «algunos ya están asintomáticos».

Ayudas

En otro orden de cosas, ayer comenzó el reparto de menús escolares de la Consejería de Educación a 150 niños. La comida se lleva a los domicilios y se guarda en las cámaras del mercado de la Ronda del Carmen. Tras su comparecencia, el alcalde visitó los sótanos de estas instalaciones donde se conserva la mercancía. Los voluntarios de Red Cor se encargarán de su distribución en coches y furgonetas.

Cáceres entra en un fin de semana donde el confinamiento continúa y poco importa que sea sábado o domingo, porque todos los días son ya iguales en una ciudad cada vez más saturada por el encierro.

Menos mal que aún quedan los periódicos, y también la televisión. Oh, la tele, ese milagro que contiene en su interior a un periodista llamado Carlos del Amor.

El idilio del reportero con Cáceres comenzó en 2008 cuando acudió a los premios Pop Art, y luego volvió en 2011 a la Feria del Libro para presentar su novela ‘Confluencias’. La noche del jueves, Del Amor volvió a pisar nuestro suelo, pero lo hizo a través de las televisiones de nuestros hogares. En su espacio del telediario de La 2 realizó un reportaje en el que narraba la soledad de las estatuas ante esta pandemia que nos devora. «Leoncia Gómez, la vendedora de periódicos más célebre de Cáceres, sobresalta cuando alguien pasa delante de ella. Le han puesto una valla para que nadie la toque. Tocar es un verbo que no podemos conjugar ahora mismo. Las noticias que trae Leoncia en su periódico son esas que nos hacen llorar cada mediodía», relataba voz en off tras unas imágenes de cacereños paseando con mascarillas bajo la atenta mirada de la última vendedora callejera de este diario, cuya imagen en bronce la recuerda en la plaza de San Juan.