Maltratar, torturar o infligir daños a los animales o someterlos a cualquier práctica que les pueda producir sufrimientos o daños injustificados. Se trata de una infracción grave pero aún va más allá. Someter a los animales a cualquier práctica que les pueda producir la muerte se considera una infracción muy grave, lo que llegaría a penarse con una multa de hasta 15.025 euros. Así lo recoge la Ley 5/2002, de 23 de mayo, de Protección de los Animales de la Comunidad Autónoma de Extremadura según la cual se rigen los actos delictivo en contra de los animales. Una ley que en la capital, tras los hechos acontecidos esta última semana, debería tomarse muy en cuenta. Tal y como informó este periódico, el pasado día 10 un vecino de la barriada Hispanoamérica encontró varios trozos de fiambre con alfileres que se habían dejado intencionadamente en el suelo con el objetivo de que un perro pudiera ingerirlo y provocarle daños e incluso la muerte. "Estos actos están contemplados en el código penal", explica la vicepresidenta de la Asociación Cacereña para la Protección y la Defensa de Animales, Isabel Alcalá. Y es que se trata de una práctica que en el último año ha salido a la palestra en numerosas ocasiones, aunque nunca antes con este nuevo método, y que ha ocasionado incluso la muerte.

Según informa la Patrulla Verde, perteneciente al Cuerpo de la Policía Local, la última denuncia que les figura a ellos, ya que asegura que a pesar de que los hechos ocurran la gente denuncia estos casos esporádicamente, fue interpuesta a primeros de abril. Tal y como figura en la denuncia, se encontraron trozos de fresas en varios árboles de la calle Juan Ramón Jiménez, cerca del Colegio Nazaret, en distintos días lo cual levantó la sospecha del denunciante e informó a la Policía de que parecía tratarse de un intento de envenenamiento para perros. Tras esta denuncia, la Patrulla empezó sus actuaciones aunque a día de hoy no hay ningún detenido.

Detener a las personas que llevan a cabo estas acciones "es difícil", declaran los efectivos. Para poder atrapar a estos delincuentes necesitan "pillarles" en el momento justo en el que están vertiendo el veneno o bien colocando la comida con trampas en la calle o parque. Sin embargo, los agentes aseguran que lo más imprescindible "es que la gente denuncie". No saben si se trata por desconocimiento o por miedo pero lamentan que en la mayoría de las ocasiones tengan que enterarse de lo ocurrido por la prensa u otros medios. Por ello realizan un llamamiento a la población y destacan la necesidad no solo de llamar a la Policía Local en el momento en el que se encuentre algún producto o comida peligrosa para los animales sino que tras ello se acerquen a la comisaría e interpongan la denuncia correspondiente. "No deben preocuparse porque son absolutamente anónimas y además nos ayudarían a hacer nuestro trabajo", añaden.

ACTUACIONES En el momento que una denuncia llega de manera formal a la Patrulla Verde, sus agentes toman el mando y comienzan con las actuaciones. En este tipo de casos, los efectivos acuden a la zona en cuestión, incluso de paisano, para realizar un seguimiento. Vigilan y estudian cual es la situación e intervienen en caso de ver algo sospechoso. Según las denuncias que han recogido durante los últimos meses en relación al envenenamiento de perros, los agentes destacan que las zonas donde más se han producido estos hechos han sido en el barrio de Gredos y en Moctezuma. Así mismo, este periódico ha tenido conocimiento de casos en Cabezarrubia, donde fallecieron dos perros, en la Mejostilla y en Nuevo Cáceres, donde se encontraron polvos esparcidos por los alcorques de los árboles. A la Asociación Cacereña también han llegado algunos avisos de posible matarratas en los alcantarillados en la zona de Casa Plata, cerca de los Bomberos, hace un par de semanas. "Por lo visto no estaban a mano pero se veían y se podían coger, lo que es peligroso no solo para los perros sino para los niños", explica Isabel.