La institución ferial de Cáceres ha dado el pistoletazo de salida a la edición de este año. Pretende ser el escaparate empresarial en la provincia. Realmente los empresarios no podrán contar nunca con una publicidad mayor que la ofrecida por la feria y sus productos nunca se darán a conocer a tanta gente en tan pocos días. Es de esperar que el llamamiento no caiga en el vacío y la feria sea en verdad una fotografía de la actividad empresarial en Cáceres.

Porque otros años iba uno a la feria y se le caía el alma a los pies. ¿Esto es lo que tenemos, esto es lo que somos?. Naturalmente que todo empresario merece respeto y admiración por muy pequeña que sea su empresa y por muy ínfima que sean su inversión y su presupuesto de ingresos. Pero uno es inconformista por naturaleza y lo que desea es salir ufano de la feria, presumiendo. Y, la verdad, cuando las entidades de ahorro son el mayor empresario presente y la gente sale comentando lo bueno que estaba el pincho que regalaban en tal caseta, hay poco de lo que presumir. Es cierto que cada año crece el parque industrial, que mejora en sus planteamientos y rendimientos. Pero no es menos cierto que aún queda mucho por andar.

La feria nos dirá lo que somos y también lo que podemos llegar a ser, porque la asistencia de algunos nos hará saber que es rentable el riesgo, necesaria la innovación, que hace falta decisión pues capital humano existe. ¿Cómo explicar si no que muchos cacereños triunfen en negocios punteros fuera de aquí, qué circunstancias se dan aquí para que sea necesario emigrar para triunfar?. Tiene razón Jarones: el pabellón ferial es imprescindible.