Manuel, que cumple seis años el 5 de septiembre, ha crecido sin la figura real de sus abuelos. El pequeño vive con su madre Blanca y su hermana Catherine, de 20 años, en Cáceres. Blanca Valverde, de 41 años, llegó a la ciudad hace más de siete años y aquí nació su hijo Manuel.

En Bolivia dejó a toda su familia, incluso a su hija mayor, que por aquel entonces tenía 13 años. Después de tantos años en la ciudad ella ya se considera española y su vínculo con Cáceres es muy fuerte. "El niño es español y tanto él como Catherine viven muy bien aquí", por lo que, asegurá, no creé que vuelva a irse ya.

Su rutina diaria comienza cuando a las 8 de la mañana lleva a su hija al instituto donde cursa el ciclo formativo de secretariado internacional, y a Manuel a su clase del colegio Virgen de La Montaña. Luego ella se va al trabajo.

Su tarea es acudir a los domicilios de personas mayores enfermas de alzheimer. Desde que llegó siempre se ha dedicado a los ancianos, pero sin descuidar las atenciones a sus hijos. "Prácticamente he sido madre soltera dos veces, y la verdad es que es muy difícil afrontar los cuidados de un menor tú sola, aunque ahora mi hija mayor cuida mucho de su hermano", apunta Blanca.

Por las tardes, el niño se entretiene en la guardería que Cáritas tiene abierta en la calle San Ignacio, cerca del Puente San Francisco. "A mi hijo le quieren mucho en la guarde y no le faltan atenciones, sin embargo, no tiene la figura de un familiar que no seamos su hermana o yo". Es por ello que, hace ya un par de años, le surgió la idea de buscar unos abuelos adoptivos para Manuel, porque según señala ella se crió con sus cuatro abuelos en casa, "y el cariño que me dieron no se reemplaza con ningún otro".

Los abuelos del niño por parte de madre residen en Bolivia, aunque ya solo queda él, porque la mujer murió el año pasado. Y a los paternos apenas los ha visto, porque viven en Madrid. Por eso Blanca, que quiere para su hijo unos abuelos activos, que le trasmitan toda la sabiduría y los valores que a ella le inculcaron los suyos, pensó que en Cáceres, con una población envejecida, habría alguna pareja que quisiera compartir sus cuidados y atenciones.

De hecho, según una revista nacional en un reciente estudio, el envejecimiento de España se ha convertido en una realidad creciente. La población mayor de 65 años en nuestro país es siete veces mayor que la registrada a comienzos del siglo XX. En concreto, más de siete millones de españoles se hallan dentro de la denominada tercera edad y más de un millón, el 20%, vive solo todo el año, una cifra que se multiplica durante los meses de verano. Por eso la petición de Blanca viene a abarcar un necesidad latente, el cariño.

Niñeros no

Blanca no quiere una especie de niñeros con más años de la cuenta, lo que desea son unos verdaderos abuelos. Para ello alega que si hay padres adoptivos que consiguen querer a los niños como si fueran suyos, ¿por qué no van a existir abuelos dispuestos a dar amor del de verdad?

Reconoce que realmente ella tiene instituciones y ayudas para que su niño no esté nunca solo, pero considera que no necesita una simple vigilancia. "Manuel es muy divertido, bueno y sociable, seguro que le alegraría la vida a una pareja de la tercera edad sin hijos o que ya tengan nietos mayores", señala. E insiste en reiterar que lo que ella quiere es que Manuel "aprenda lo que es salir con unos abuelos al parque a pasear, a montar en bici o a la piscina". La sociedad necesita dar y recibir cariño, y en este caso la materia prima del intercambio no es nada material.