El 11 de abril José Antonio Monago y Francisco Javier Fragoso presentaban a Juancho Pérez como número dos de la lista municipal del PP en Badajoz. Lo hacían el mismo día que Cs presentaba a su candidato. Con el anuncio de la incorporación del medallista olímpico neutralizaban la presentación del rival y la candidatura de Fragoso recibía un fuerte respaldo.

Ese día en la redacción la pregunta era qué número dos iba a acompañar a Elena Nevado en su candidatura. La alcaldesa necesitaba una lista fuerte. Era la candidata más conocida y un alcalde es siempre la mejor opción, pero en estas elecciones iba a sufrir el desgaste de ocho años de gobierno y de la división en la oferta electoral de la derecha. Además Ciudadanos había acertado con la elección de su candidato en Cáceres. Francisco Alcántara es un rival difícil.

La respuesta a esa pregunta es que no había un número dos fuerte detrás de Nevado. En las últimas semanas se habían filtrado algunas nuevas incorporaciones, pero no eran de peso e incluso la elección de alguno de ellos era en parte hasta cuestionable. A esto se sumaba que solo los fieles confirmaban su intención de repetir, el resto recurriría al tópico de estar a disposición del partido. Y hay más: Nevado no era en noviembre la primera opción, lo era Rafael Mateos, pero jugó sus bazas y logró en diciembre su proclamación como candidata.

Y así llegamos a esta semana. El martes 16 de abril se tenía que haber presentado la lista del PP. Era la fecha. Pero ese día y el siguiente no hubo candidatura. Lo que hubo fue división y desacuerdo dentro del partido sobre la lista. Nevado abandonó, rápidamente se aceptó su renuncia y se volvió al plan original con el beneplácito del presidente provincial, Laureano León, cuya apuesta era desde el principio Mateos, y con la aceptación de Alberto Casero, hombre fuerte de Pablo Casado en Extremadura, y de Génova.

Se buscó una excusa para explicar la renuncia de la candidata: Nevado se sacrifica y se va porque Cs la había vetado ante posibles acuerdos postelectorales. Pero esa no es la causa. Lo que sí ha hecho ahora el Partido Popular es dejar a Ciudadanos sin excusa frente a un posible acuerdo con el PP de gobernabilidad en Cáceres tras las elecciones.

Rafael Mateos tiene un talante cordial, amable, es una persona con la que es difícil no alcanzar un acuerdo. Y Nevado lo tenía difícil con Cs desde las rocambolescas negociaciones de junio de 2015, en las que lo fácil se convirtió en difícil. Pero si Mateos ha llegado a acuerdos importantes con Cs en esta legislatura ha sido con el consentimiento de Nevado.

Lo más honesto habría sido dejar a Nevado como candidata. Dejarle las manos libres y esperar al resultado del 26-M para hacer la transición en la dirección local del partido si Nevado quedaba fuera del gobierno. Pero el PP se juega mucho en Cáceres. Si no gana las autonómicas, no puede perder las capitales. El PP ha hecho la transición de Nevado a Mateos ahora en vez de en noviembre, que era cuando tocaba.

Puede que Nevado se equivocase en la elección de una baloncestista para su candidatura, tuvo que decantarse por un exjugador de balonmano como Juancho Pérez, pero que no fuera un pivote como el pacense, sino un portero para parar los golpes.