Para Nicolás del Sol la terapia ha sido tanto psicológica como física. "Cuando dejé de trabajar me sentía inútil", confiesa. Le costó asumir su jubilación, y tras 20 años en el mantenimiento de los supermercados Tambo, la falta de actividad dañó su salud. "Soy diabético y se me disparó la tensión y el azúcar". Tanto, que llegó a inyectarse insulina tres veces al día. Ahora ha perdido peso y pasado a una dosis diaria.

"He ganado mucho", reconoce. "La actividad me fuerza además a madrugar, me entretiene y me mantiene activo", explica. Por eso reivindica su continuidad. "Es verdad que los ayuntamientos lo están pasando mal, pero que hagan el esfuerzo de mantener el programa, porque todos ganamos en salud", pide.