"Un niño nervioso no es un niño hiperactivo. En la hiperactividad, aunque el cuerpo del niño esté parado su mente no cesa, no descansa. En cuanto al transtorno de déficit de atención, el niño es incapaz de retener la información que les llega". Pilar Borreguero lo sabe bien porque vive con ambos trastornos neurológicos en la piel de sus hijas. La mayor, Angeles, tiene déficit de atención; la pequeña, Victoria es hiperactiva. Por eso hace casi dos años se unió a otros padres con casos similares para constituir la Asociación de Niños con Déficit de Atención e Hiperactividad (ANDAH), que aglutina a 30 familias en Cáceres. "Pretendemos que las familias pierdan el miedo al problema, que aunque es grave son niños normales que podrán tener una vida normal", asegura.

Para romper todos esos miedos y algunos mitos sobre los niños con este transtorno esta tarde han convocado una charla a cargo de varios especialistas destinada a formar e informar a padres y profesores (de 17.00 a 20.00 horas en la Sala García Matos del Complejo San Francisco). Entre los ponentes está el afamado neuropediatra Julián Vaquerizo.

Entre los falsos mitos, esta madre reivindica aquel que dice que no pueden estudiar. "Son niños con un coeficiente intelectual similar al de cualquier niño, el problema es que se distraen con mayor facilidad, y sin que sean conscientes --y añade-- en el caso de la hiperactividad son incluso más inteligentes, pero necesitan ayuda para fijar la atención en lo que hacen". Eso es lo que tratan de hacer desde la asociación a través de talleres de lectura (una tarea que resulta muy complicada a estos niños) y otros lúdicos o de manualidades, ya que los niños con déficit de atención suelen tener grandes habilidades manuales. "¿Sabes a quién le diagnosticaron Déficit de Atención con Hiperactividad? al tenista Fernando Verdasco", apunta para incidir en esa cuestión.

Borreguero reconoce, en todo caso, que necesita "armarse de paciencia" para hacer frente a ambos transtornos. Pero critica que en algunas ocasiones donde más paciencia necesitan los padres con estos casos es en los centros educativos, donde los profesores no saben cómo hacer frente a este problema. "Si a un niño con déficit de atención el profesor no le anota los deberes, lo más probable es que cuando llegue a casa no sepa qué tiene que hacer", recrimina. Por eso reivindica a los docentes que colaboren y fijen también su atención en estos niños.