Una de las cuestiones que más dudas genera del proyecto es cómo se garantiza que el lago artificial que se crearía en el hueco que dejaría la mina a cielo abierto tendrá un nivel de agua aceptable para aminorar el efecto ambiental y visual que crea una corta al aire libre que se proyecta sobre una superficie de 26,5 hectáreas y en un paraje natural en las inmediaciones de la ciudad.

En uno de los anexos del plan de restauración se llega a indicar que el lago ocuparía una superficie de 15 hectáreas, pero tanto en este documento como en el plan de restauración se puntualiza que en el estado actual del proyecto se desconoce tanto el ritmo de llenado del hueco como la cota que alcanzaría el espejo de agua.

La mina necesitaría para el desarrollo de las tareas de extracción del mineral que se desagüen las aguas que puedan entrar tanto de precipitaciones como subterráneas. En el plan de restauración se prevé que en toda la vida útil de la mina, que se calcula que será de un periodo de dieciséis años, se saquen 4,3 hectómetros cúbicos de agua. El hueco que se dejaría en el terreno una vez finalizadas las tareas extractivas se iría llenando con el agua que se dejaría de bombear, pero no se deja claro si con estas aportaciones iba a ser suficiente.

En el estudio de impacto ambiental se añade que la corta o mina a cielo abierto se encuentra fuera de los límites permeables de los acuíferos catalogados, aunque en las inmediaciones está el acuífero del Calerizo. En el estudio se indica que a medida de que se vaya excavando «podría darse el afloramiento de aguas -subterráneas- que deberán ser bombeadas».

Lo que se proyecta en Cáceres es una mina a cielo abierto y una planta para la producción de carbonato de litio a partir de un proceso metalúrgico. Es una intervención empresarial de 24 años, más otros dos para completar las labores de restauración, sin que esté contemplada otro tipo de industrias auxiliares o plantas de baterías.