--Fue concejal en el periodo de 1987 a 1991, ¿cómo era la corporación en la que fue edil?

--Era dialogante y constructiva, esto último en el amplio sentido de la palabra porque muchos barrios ahora consolidados se desarrollaron entonces. Sánchez Polo, que estaba de alcalde, era una persona con un talante abierto, el diálogo fluía. Entonces, aunque estábamos en la oposición, si se tenía que decir que sí por ser un asunto de interés para la ciudad, se decía que sí, no nos oponíamos por oponernos. Las relaciones personales, que es lo que al final importa, eran buenas porque predominaba el diálogo y eso ayudaba a resolver los problemas políticos que hubo.

--Entiendo que también fue un periodo con mayor diálogo porque el PSOE, que gobernaba, no tenía mayoría y debía apoyarse en varios partidos

--Es verdad que el CDS se rompió en esa legislatura y desde entonces se empataba. Pero, no obstante, es que las mayorías absolutas, ya sean de un signo o de otro, no son buenas porque al final propician desviaciones de poder. El mejor contrato es el que a ninguna de las partes deja ni muy contenta ni muy insatisfecha. En el punto medio está la virtud.

--De esos cuatro años en la corporación, ¿con qué se queda?

--Me quedo con las personas, con haber conocido a Marcelino Cardalliaguet, a Sánchez Polo, que considero que fue un buen gestor, a Teófilo González Porras, a Eduardo Corchero, un político de gran talla y con una cabeza privilegiada, y a otros muchos, pero sí le quiero destacar a Fernando Aguilar, que era el interventor y que recientemente ha fallecido, en los años que estuve de concejal se puede decir que yo hice un master en hacienda y administración local gracias a los conocimientos que adquirí de él. Yo ya le conocía, pero de aquella corporación surgió una amistad que se ha mantenido hasta el último momento.

--Solo estuvo durante una legislatura, ¿por qué no siguió?

--Yo entré con Alianza Popular y salí del ayuntamiento con el PP, que absorbió a varias fuerzas, entre otros a los liberales, siempre me he considerado un liberal, y a los democristianos. Esto supuso que los que ya estaban en AP se sintiesen un poco desplazados, hubo incluso intentos, a los que me opuse, de quitar al número uno. José María Saponi quería que continuase, pero yo tenía mi profesión, cobraba de mis clientes, no podía compatibilizar mi labor de concejal con mi profesión, además la política no era mi proyección de futuro. No me gusta estancarme en lo mismo, en mi vida he cambiado hasta tres veces de profesión.

--¿Cómo ve la actual corporación del ayuntamiento en comparación con la corporación en la que usted participó?

--La veo más competente que la mía. Cuando entré me consideraba poco formado para la actividad que iba a iniciar. Las nuevas generaciones están más formadas que la nuestra, pero es una formación que en ocasiones no se aprovecha porque hay principios, como cumplir cada uno con las obligaciones que tenga en cada momento, que no hemos sido capaces de que se lleven hasta el final. En ese sentido se puede decir que en nuestra sociedad hay un déficit moral, pero no de formación.

--Antes de iniciar la entrevista me habló del borrador que se ha presentado para la reforma de la administración local, ¿qué piensa que debe cambiar?

--La reforma tiene parte de lógica. No hacen falta tantos concejales, Cáceres puede funcionar con 12 o con 13 para que sea impar. Se puede reducir el gasto y administrar una ciudad como ésta con menos recursos de los que se están usando. Por citar un ejemplo: en Cáceres tenemos una plantilla de la Policía Nacional, otra de la Policía Municipal y la Guardia Civil. No digo que sobren de un cuerpo o de otro, pero sí que sobran agentes. No está justificado este coste. No hay que olvidarse de que entre los gastos que tiene un ayuntamiento está el de la compra de pistolas para los policías municipales. Hay algunas cosas que no tienen su lógica y menos con la que está cayendo.

--De aquellos cuatro años que estuvo de concejal, ¿de qué se siente más satisfecho?

--Siempre está la satisfacción personal y le pongo otro ejemplo: el hijo de un trabajador del ayuntamiento, que había fallecido, se dirigió a nosotros para poder cobrar el seguro. Entonces el ayuntamiento, al igual que las empresas, tenía un seguro para casos de muerte, aunque con la diferencia de que el seguro lo abonaba el ayuntamiento directamente. La familia necesitaba el dinero y, como pasa siempre en los ayuntamientos, había dificultades para pagar. Fernando --Aguilar-- intervino y la familia cobró. Un tiempo después, incluso ya estaba fuera del ayuntamiento, el muchacho me vió en Correos y me dio las gracias por aquello. Ese pequeño gesto, que te den las gracias, es lo que te queda. A nivel general le puedo decir que en aquella corporación se diseñó el Cáceres actual, aunque al final nos pasásemos varios barrios. Entonces primaba el urbanismo y, pese a ello, alguna licencia sí se debió haber denegado.