Es rara avis del oficio. Él mismo lo reconoce. Lorenzo Caprile armoniza el trabajo en sus colecciones con su labor de figurinista teatral. El diseñador firma el vestuario del elenco que representó ayer El caballero de Olmedo de Noviembre teatro en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Sus diseños viajan también este año -y por tercera vez- al festival de Mérida, donde dará forma a la indumentaria de ‘Las Amazonas’, una pieza dirigida por Magüi Mira. Aparte de asistir a la representación en el palacio de las Veletas ayer, Caprile firmó ejemplares de su libro De qué hablamos cuando hablamos de estilo en la librería Agúndez y atendió a EL PERIÓDICO EXTREMADURA en el Gran Teatro de Cáceres.

--«El teatro engancha», ha asegurado en alguna ocasión. Desde hace décadas combina el oficio en las tablas como figurinista, antes en la compañía nacional de teatro y ahora en Noviembre.

--Es un trabajo que llevamos haciendo muchísimo tiempo. Trabajo entre amigos. A la hora de abordar ‘El caballero de Olmedo’ no ha habido nada distinto a otros montajes. Eduardo Vasco -director- busca que los actores estén siempre en escena, los elementos de la escenografía son mínimos y eso obliga a que el vestuario tenga mucho protagonismo. Trabajar para él es muy fácil porque nos conocemos. Me dice, «bueno Caprile, tú ya sabes lo que tienes que hacer».

--¿El proceso creativo a la hora de diseñar para teatro es similar al de una colección?

-Sí, al final se trata de centrar un tema y saber muy bien lo que quieres contar. Trabajo para el teatro igual que para mis clientas, intento que con un golpe de vista el espectador capte qué está viendo. Ha sido relativamente sencillo porque Eduardo no busca segundas lecturas, ni significados ocultos en las prendas. Busca lo que es, que no es poco.

--¿Cuánta reivindicación hay en la moda?

--En mi opinión, nada. La moda tiene una función muy concreta: vestir a las personas para que estén guapas y cómodas. Yo no soy bueno para sacar tres pies al gato. Nunca he sido partidario de esos significados nuevos que están ‘de moda’, a lo mejor yo soy de la antigua escuela. Los cimientos de la moda son otros. Hay disciplinas mucho más útiles como el teatro para reivindicar.

--O la calle. Ayer, miles de personas se concentraban contra el dictamen de ‘La Manada’.

--Me parece estupendo que haya concentraciones, ojalá sirvan para que esto no vuelva a suceder. No me toca a mí juzgar que sigan en la cárcel. Opino que esos chicos están condenados de por vida, si yo fuera ellos, me hubiera quedado en la cárcel. Este juicio coincide con un momento en el que las reivindicaciones femeninas están saliendo a la luz con fuerza. Están diciendo basta. Quizás estas reivindicaciones sirvan para revisar el código penal y cómo se castigan este tipo de aberraciones. Si sirven para eso, fenomenal. Ojalá.

--Reciente está su experiencia en TVE como jurado en ‘Maestros de la costura’. En el programa no había concursante que no le temiera.

--Yo no sé si tenían miedo. Estábamos aterrorizados. Enfrentarte a la televisión, un medio muy cruel, es desnudarte, salir de tu zona de confort y podría haber salido muy mal. Nos hemos reído mucho.

--¿Cree que el programa ha conseguido acercar el mundo de la moda a la gente?

-El programa ha servido para mostrar eso que no se ve, lo que las revistas nunca enseñan. Ver a unas personas cosiendo no es mediático, sufriendo por terminar, por rematar una prenda. Que el gran público haya descubierto eso es un orgullo.

--Compartió plató con los diseñadores Palomo Spain y María Escoté, ¿qué opina sobre el panorama de nuevos creadores de moda en España?

-No estoy yo nada puesto, no pertenezco al mundo oficial de la moda española. Lo que sé es que si esos nombres propios no tienen claro un modelo de negocio es muy complicado sobrevivir.

--En algún ha mencionado que la moda de autor estaba muriendo.

-La moda de autor en España tiene unos problemas muy endogámicos y en general está un poco en crisis en todo el mundo porque para que tu nombre propio se haga un hueco porque se necesita mucho dinero detrás. Para ser un nombre internacional necesitas una infraestructura económica y un músculo económico que claramente ninguno de nosotros lo tiene.