Este último mes no está siendo nada fácil para Francisco Pérez, un vecino de la calle Caupolicán de Cáceres, que tiene 75 años y diversidad funcional. Vive pegado a un par de muletas para poder andar y hasta hace cinco semanas podía conducir.

Sin embargo, cuando las obras de ensanchamiento del acerado, que se están realizando a lo largo de la calle, se acercaron a la altura de su casa todo cambió. Los aparcamientos para personas con movilidad reducida situados frente a su portal, y donde suele estacionar su vehículo, «están llenos de baldosas» apiladas y con una verja alrededor, a modo de almacén de materiales. Una situación que impide a este cacereño aparcar, «si muevo el coche de sitio, no tengo aparcamiento después, no puedo conducir», apunta.

Francisco cuenta que le comunicó a uno de los obreros lo que le sucedía y que este le aseguró que quitarían las baldosas la semana siguiente. «Pero la semana que viene era esta y ahí siguen», relata. Lo único que pide este ciudadano es que trasladen los materiales a otro lugar y que así no entorpezcan a personas con diversidad funcional. «Los podían echar más adelante, que hay sitio, y dejar los aparcamientos libres».

De día no puede mover su vehículo, que ahora está estacionado junto a su casa pero no en su aparcamiento habitual. «Por la noche hay en ocasiones que aprovecho, al no haber tráfico, pero por el día es imposible».

En unos días tiene que pasar la ITV, pero llamó para aplazar la cita, «cuando regrese, ¿dónde lo aparco?», se cuestiona.

Igualmente, a Francisco Pérez le preocupa otra situación de cara a las elecciones del 26-M. «No sé si voy a poder ir a votar, a la vuelta no tendré aparcamiento y andando no puedo ir». Sin coche no acudirá a depositar su voto en las urnas, y en este caso con él tampoco, tendrá que pedir ayuda o dejar en manos del azar encontrar un aparcamiento junto a su casa.