La historia de los hermanos Alfredo y Ana Bonilla se escribe con letras de esfuerzo y sacrificio. El, de 40 años, chófer en Colombia y camionero en Cáceres; ella, de 39, especialista en serigrafía en su país y empleada de hogar en la ciudad desde hace y medio. Sus periplos hasta llegar a la ciudad estuvieron sembrados de dificultades. "En Madrid tuve que sacar adelante yo sola adelante a mi familia", dice.

En Cáceres, afirma, "la vida le ha sonreído" y se muestra agradecida por el trato recibido. Ahora espera que la reforma del Reglamento de Extranjería le permita "tener papeles".

Alfredo, por su parte, recuerda las dificultades para demostrar "que sabía hacer su trabajo" y asegura que tuvo compañeros "que pensaban que vivíamos en chozas y bajo árboles". Acaba de tener su primer hijo español y dejó en Colombia a otra de 14 años. "Aquí no me trajo ni la guerrilla ni el narcotráfico", asegura. Una lucha por la supervivencia a la que ha vencido en sus tres años en Extremadura. A ellos sólo les queda seguir construyendo futuro.