El director Jesús Amigo me dijo que fuera a escuchar a la Orquesta de Extremadura, a la que no han consultado, para nada, en la reforma del Auditorio. Esperemos que suene mejor que antes, cosa que no será difícil de conseguir. ¿Habrá concha acústica? Yo, obediente, lo hice. Gracias maestro por no dejarme marchar a casa.

Un estreno de Avner Dorman y el Concierto para Orquesta de Bela Bartok. La primera parte tuvo como título ´Spices, Perfumes, Toxins´. Los intérpretes fueron dos percusionistas que hubieran hecho las delicias de más gente si se hubiesen gastado los dineros en hacer proselitismo, convirtiendo la espectacularidad de la pieza en espectáculo, el espectáculo en ocio, y éste último en negocio, pero no. Sonó a banda sonora de película de tiros, persecuciones y cócteles --lo primero que me vino a la cabeza fue la canción de Aznavour, ´Je t´aimais tant´--. El bis fue de club berlinés.

En la segunda parte del concierto en el Gran Teatro, la del músico magiar, se mezcló la fuerza con la sutileza, ¿qué será eso del "discurso sonoro" que hace que una música nos suene, como la del tercer movimiento de esta pieza, a pena y a locura?

Si el sonido sólo es una oscilación de la presión del aire sobre el tímpano, algo más habrá, ¿no? En el cuarto movimiento se mezclaron lo romántico, lo irónico y lo jocoso. Y en la parte final de la obra se abren unas puertas: las del infierno, las del cielo o las del cerebro, ¡cuidado con perdernos en el hipotálamo, encrucijada de placeres y peligros!